Introducción:
En la parashá Tetzavé, Dios instruye a Moisés sobre la elaboración del incienso, una mezcla de especias aromáticas que debía ser quemada en el altar del Mishkan. El aroma del incienso tenía un significado profundo, simbolizando la oración y la elevación del alma hacia Dios.
El incienso como símbolo de la actitud:
El incienso no solo perfumaba el aire del Mishkan, sino que también era un símbolo de como se elevaban los corazones del pueblo hacia Dios. De la misma manera, nuestras actitudes pueden perfumar o contaminar nuestro entorno y nuestras relaciones.
El incienso como herramienta de perfeccionamiento:
En nuestra tradición sabemos que:
«Tres cosas ascienden directamente al cielo: el aroma del incienso, la oración de los justos y el llanto de los oprimidos.»
Al igual que el incienso se compone de una mezcla de especias, nuestra actitud se compone de una mezcla de pensamientos, sentimientos y acciones. Podemos trabajar en perfeccionar nuestra actitud cultivando pensamientos positivos, sentimientos nobles y acciones bondadosas.
Reflexiones:
¿Qué tipo de «aroma» queremos que emane de nuestras actitudes?
¿Qué podemos hacer para cultivar pensamientos, sentimientos y acciones que perfumen nuestro entorno y nuestras relaciones?
¿De qué manera podemos utilizar el incienso como herramienta para la introspección y el crecimiento personal?
Conclusión:
El incienso de la parashá Tetzavé nos invita a reflexionar sobre nuestras actitudes y a trabajar en su perfeccionamiento. Que su aroma nos inspire a ser personas más positivas, nobles y bondadosas, perfumando el mundo con nuestras buenas acciones.
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