Hemos podido constatar que detrás de las amarguras, malestares, sufrimientos, conflictos, pecados se agazapa el EGO.
Nuestro primer amigo, nuestro constante enemigo.
Nuestro primer salvador, nuestro primer dios falso que se interpone ante nuestro reconocimiento de Dios.
Nuestro instinto de supervivencia, que nos lleva a la muerte en vida.
Allí está el EGO, siempre el EGO. Más o menos visible, con mayor o menor presencia “física”, pero sin faltar nunca a la cita.
Vamos a enumerar algunas de las versiones “modernas” con las que se presenta el EGO. Algunas son solo actualizaciones de viejas pretensiones, otras son realmente puestas en escena novedosas. Como sea, es el EGO. Armado de sus cuatro herramientas básicas y primitivas: gritos, llantos, golpes y desconexión de la realidad.
Comencemos por la perversión en el tiempo.
Nuestra única vida es aquí y ahora, ni el ayer ni el mañana, ni allá ni más allá, solamente aquí y ahora.
Por cierto tenemos memoria, y es menester cultivarla.
Claro que no podemos rifarnos el futuro, con la excusa de que no sabemos si lo tendremos, por tanto a despilfarrar todo ahora.
Tampoco es racional ni espiritual negar que aparte del aquí hay otros lugares.
Pero solo el presente en este lugar es el que realmente hace la diferencia ahora.
No puedes cambiar el pasado, por mucho que lo llores o lo intentes. A lo más lo puedes usar como experiencia para aprender, o para darle un nuevo sentido, que te permita encarar el presente de mejor modo.
Tampoco puedes modificar el futuro, porque es vapor que aún no sale de la caldera, pero bien puedes preparar aquello que lo acondiciones.
Pero es esta vida, la única que tienes para vivir.
El EGO quiere trastornar esto, por lo cual te llena de sentimiento de culpa por el pasado y también puede que te angustie por el futuro. En ambos casos, desperdicias el presente.
O puede ser que huyas hacia el pasado, y vivas de recuerdos, de aquellos tiempos pasados que fueron mejores; o delires con utopías, fantasías que no se realizan porque no haces tu parte para concretarlas.
Como sea, el tiempo se pasa, la vida se diluye, la muerte gana siempre la batalla.
Es el EGO que te vence, porque te bloquea el aquí y ahora.
En nuestra época parece que el tiempo es un recurso tan preciado, tan económicamente valorado, que sin dudas el EGO se apropió de él para enjaularte con sus trampas.
Mira, antes la gente se tomaba su tiempo para comer, también para cocinar, algunos para la sobremesa (con o sin siesta).
Ahora estamos en la época de la comida rápida, la fast food.
Hacemos cola, pedimos de un menú restringido, abonamos, nos dan la bandejita, nos semi-sentamos, comemos a las apuradas y nos vamos a nuestras importantes naderías también llamadas ocupaciones.
Así mismo se trata de hacer con las relaciones humanas, que sean pasajeras, casuales, de una noche, de un contacto, a distancia, conectados pero sin conexión, todos informados pero poco comunicados, llenos de posibilidades pero carentes de voluntad, iniciativa, creatividad, responsabilidad o compromiso.
Estamos en la senda veloz, no es para pararse y meditar, prohibido reflexionar, se niega el pensamiento, todo para ayer, todo fácil, prefabricado, con las respuestas ya armadas para preguntas que nunca se harán.
Oh sí, el EGO no quiere que pensemos, no nos dará oportunidad para que tomemos las cosas con calma y podamos analizar para así llegar a las decisiones mejor sopesadas.
El EGO nos quiere en impotencia, real o sentida, para de esa forma venderse como el salvador, la única redención posible. Sin él estamos perdidos, condenados al infierno.
Por ello, tenemos que someternos, repetir lemas, envolvernos en ritos, encerrarnos en nuestras celditas mentales, todo rápido, todo para ayer.
Ser ovejas, ser adoradores de dioses y salvadores, sin preparación, sin reflexión, sin trabajo interior que lleva a la construcción de shalom desde dentro hacia fuera.
Sí, la comida rápida espiritual, también es un instrumento del EGO, y muy usado.
Recuerda, el EGO trata de hacer sentir la impotencia para así controlarte. ¿Cuándo te sientes impotente? Cuando crees controlar, pero todo se descontrola. Cuando tratas de hacer, pero todo sale mal, Cuando quieres sobresalir y eres anónimo. Cuando te apuras, y cuanto más apurado vas, más tarde llegas.
Así estamos, corriendo detrás de ilusiones, abrazando sombras, encerrados en celditas mentales, sufriendo por lo que nos falta sin disfrutar de lo que ya tenemos, y mejor aún, deleitarnos por lo que en verdad somos.
Pero, no. Eso no es suficiente para el EGO, que te quiere hundir, recuerda eso, te quiere hundir, aunque te haga elevar hasta las cimas del mundo siempre estarás a un paso del desplome más brutal. Allí estará sonriendo el EGO, listo para engullirte, para hacer de ti leña, porque eres un árbol caído, impotente.
Otro método para someterte es negarte tu identidad. Hacerte creer que las máscaras son tu cara. Imaginar con plena fe que tus roles eres tú. Testimoniar que tus posesiones son lo que valen de ti.
Sí, que viejo recurso el de los disfraces. Bueno, sí, esta es muy antigua pero ahora viene con otros formatos.
Desde siempre el EGO quiso hacer pasar gato por liebre, pecador con ropaje de santo.
Desde el origen se puso como una deidad, para ocupar el lugar de Dios.
Pero ahora, estamos llenos de imitadores, payasos, actores, disfrazados, travestis espirituales. Son plaga.
Los más notorios quizás para nosotros sean esos clowns que siendo cristianos se hacen pasar por judíos. Se desesperan por ser admitidos como tales, se visten de lo que creen es judío, usan palabras que les suena a hebreo, forman congregaciones de burlones con tono aparentemente judío, todo para negar su identidad sagrada y travestirse de lo que no son, ni serán. Sí, estas pobres almas de los que se hacen llamar judíos mesiánicos, o netzaritas, o el nombre que se quieran inventar, que se la pasan inventando historias, usurpando vidas, pretendiendo ser lo que no son, confundiendo roles, bloqueando la luz espiritual para los que la buscan, etc. Muchos de estos mesiánicos son buena gente que anda trastornada, enloquecida, enceguecida, esclavizada por su EGO al que llaman Yeshua, o el nombre que quieran inventar. Son obsesos esclavos, adoradores de la mentira, pero siempre listos a disfrazarse, a ritualizarse, a repetir lemas huecos, a aceptar nuevas reglas absolutamente idiotizantes, pero que asumen con total convicción.
La mayoría de ellos son merecedores de compasión, porque se encuentran secuestrados en sus pensamientos, rehenes de los pastores (a los que pueden llamar rabino, da lo mismo), presos de sus EGOs. De lo que son absolutamente culpables es de no aceptar la mano que les viene a rescatar, sino que prefieren –con la excusa que sea- hincarse ante el demonio que adoran y negarse a ser libres. Desde ese momento ya no son más víctimas, sino que pasan a ser cómplices de sus verdugos espirituales.
Ya no son niños confundidos, sino adultos que adrede se asocian con los pervertidos. Acusan a otros de ceguera espiritual, de maldad, de ser hijos del demonio, de estar condenados, de estupidez, de fanatismo, de… de lo que se les ocurra, porque estos personajes de fantasía no tienen problemas en ver defectos en otros –sean reales o imaginarios-, pero nunca jamás tendrán un ápice de auto crítica, de reflexión, de comprensión de su identidad y amarla y respetarla.
Son payasos, disfrazados, que llenan sus muros de Facebook con cosas judías, que son incapaces de reconocer su identidad, que son ejército del mal.
Así como ellos, todos los que tienen una vida de imitación de espiritualidad, sea del tenor que sea.
También es el EGO presente, el generador de toda idolatría.
Junto a los disfrazados se ubican los que hablan de amor, de ayuda al prójimo, de caridad, de buenas intenciones, de rezos para abrir puertas de misericordia, pero en verdad solo buscan su propio beneficio. No siempre una ventaja material, porque están los que no la quieren, pero igualmente solo son “buenos” porque algo esperan como compensación.
Entonces, te dirán que religiosamente dan el diezmo, al rato te informan que es un mecanismo mágico infalible para que su dios te de el mil por ciento de lo que diste para los indigentes.
Sí, se la pasan ayudando a los demás, pero luego esperan favores, reconocimiento, pago, aquí o en mundos venideros.
O se creen que son reencarnaciones que tienen que pagar los platos rotos en vidas anteriores, entonces todo lo que hacen no es por bondad, no es con el ánimo de beneficiar a otros, sino a sí mismos.
Y no, no tiene nada de malo querer beneficios personales materiales o espirituales, está muy bien quererlos y gozar de ellos. Lo malo, lo corrupto, es negar que uno lo hace por beneficio propio, o creerse superiores por llevar una vida de supuesta santidad.
Allí está el EGO.
Como también en los que se ponen un rótulo, sea de maestría, de superación, de claridad, de santidad, o sean los adversos, de pecador, hereje, vicioso, enfermo, etc.
Cuando hacen del rótulo, de una careta, su identidad, necesariamente están en la impotencia, porque no pueden ser ellos mismos, ni llegar al máximo de su potencial.
Bien, el EGO está allí, ahora podrás verlo en ti o seguir viviendo en tu mundo de nubes.
Cuando lo veas, podrás hacer algo para cambiar el rumbo de tu vida, o seguir a la deriva, en el caos original.
El EGO opera ante las sensaciones de impotencia del hombre. Las respuestas ególatras por las impotencias del pasado son la Culpa y sus complementos. Las respuestas ególatras por las impotencias del futuro son el Miedo; miedos a los males (irreales) futuros. En ambos se gasta tiempo presente; en el primero lamentandose, mientras que el en segundo temíendole. El tiempo presente es la vida; unico momento irrecuperable para vivir. Preservar la vida es igual que preservar el tiempo presente. Conclusión: la vida esta en el continuo presente; no malgaste su continuo presente ocupando el tiempo en la culpa, o en el… Read more »
buena sintesis,
gracias mi amigo