Hace muchísimos años, cuando casi nadie sabia qué era la Interné, ni era accesible para la gran mayoría, nosotros ya habíamos iniciado nuestro encuentro online.
Primero con un sitio en la recordada Geocities, al que llamamos «Darjey Noam».
Luego, fuimos avanzando y creamos serjudio.com.
Hasta el día de hoy, otros sitios han ido quedando en el camino y otros permanecen como una biblioteca virtual. Tuvimos/tenemos cterapia.com, fulvida.com, belev.me, yespiritual.com, además de varias páginas en redes sociales y Youtube (la más actualizada está a mi nombre: YehudaRibco).
Para cada uno de los sitios tratamos de que tuviera su propia identidad e impronta, siendo hasta ahora el que mejor viene navegando sigue siendo serjudio.com, a Dios gracias y al fiel público que se mantiene y a los nuevos visitantes que acceden.
Desde su origen serjudio.com tuvo un subtítulo, el cual reza: «Judaísmo con sentido y sin etiquetas«.
Lo de «con sentido», es un pretendido juego de palabras, por lo de que el judaísmo es consentido y además tratamos de que sean lecciones prácticas y que tengan sentido real, vivo, actual, vigente. Que no sea meramente filosofía, o sea, malabarismos de ideas e imaginaciones sin mucha utilidad ni beneficio concreto. Por el contrario, queremos que nuestras enseñanzas sean de provecho y canalicen la bendición que viene de lo Alto para cada uno de los lectores.
Y queremos también dejar claro que nuestra intención es no quedar atrapados por las etiquetas.
Resulta que el etiquetado de cosas es muy útil y necesario, por algo fue inventado y se usa por gente noble y sabia. Porque las etiquetas nos ayudan a mantener el orden con mínimo gasto de energía, porque evitan problemas y porque además permiten enfocarnos en lo principal y no en lo accesorio.
Pero, cuando las etiquetas se usan para definir, encasillar, determinar a personas, entonces suelen ser problemáticas. Más allá de una visión «políticamente correcta», lo que queremos decir es que no es correcto etiquetar a personas, no por un asunto moral, sino por un asunto lógico. Ya que, nos quedamos atrapados por la etiqueta y perdemos de vista a la persona. Nos quedamos viendo la careta y no reconocemos la cara. Nos peleamos, o confabulamos, con un personaje y no conectamos con la persona verdadera. Nos dejamos ilusionar por el Yo Vivido en lugar de buscar la conexión con el Yo Esencial.
En resumen, al etiquetar a las personas, perdemos de vista a las personas y nos quedamos con lo que hemos imaginado, supuesto, creído, prejuzgado del otro.
Y eso… no es correcto…
En una época en que el mensaje obligado es el de no discriminar, resulta que es cuando se viven todo tipo de discriminaciones negativas, que muchas veces quedan amparadas por el discurso de la corrección política. Por ejemplo, es bien cierto que la vida de una persona negra vale, sin dudas, lo mismo que la de una persona blanca, amarilla, verde o azul. Pero yo prefiero un mensaje que diga: «toda vida vale», sin hacer alusión a ningún color, preferencia sexual, etnia o lo que sea.
¿Se entiende?
Entonces, vemos a esos que dicen importarles la vida y bienestar de algunos, que bien pronto atacan a los que no son de su tribu, o se atreven a disentir.
Y eso, eso es el pésimo uso de las etiquetas y de generar grietas con el prójimo y que corrompen a la sociedad completa.
Siento que quizás no me he llegado a hacer entender, tú me dirás.
https://youtube.com/yehudaribco