Jelek Eloha Mimaal

Texto que dedicamos al apreciado Luis Diego, de Costa Rica, para que encuentre pronto su chispa Divina y le permita brillar en todo su esplendor; así como a todos los que anhelan el abrazo del Universo.

«וּמֶ֤ה ׀ חֵ֣לֶק אֱל֣וֹהַּ מִמָּ֑עַל וְֽנַחֲלַ֥ת שַׁ֝דַּ֗י מִמְּרֹמִֽים:
¿Cuál sería entonces la porción que Elohim me daría desde arriba, la heredad que da el Todopoderoso desde lo alto?»
(Iyov/Job 31:2)

Donde leemos en nuestra traducción: “ la porción que Elohim me daría desde arriba”, en el texto original expresa: “jelek Eloha mimaal”.
Iyov, el angustiado personaje bíblico que conocemos por el nombre de Job, tenía la creencia de que por sus acciones recibiría premios del “Dios que mora en las alturas”.
El concepto queda fortalecido con la segunda parte de la frase: “la heredad que da el Todopoderoso desde lo alto”, que es idéntico a la primera parte de la frase.
Repetimos: él creía que el mundo se administraba con justicia directa retributiva de parte del Todopoderoso. El que las hace las paga, en este mundo.
Sea su creencia cierta o no, no viene al caso ahora pues no es el objetivo de este breve estudio; porque ahora queremos ver cómo el concepto de “jelek Eloha mimaal” tuvo una transformación, ya que sabios y maestros mucho más aquí en el tiempo lo comprendían y enseñaban como sinónimo de NESHAMÁ, es decir, el espíritu, la chispa Divina, el Yo Esencial.
Entre estos distinguidos maestros podemos mencionar a Ramjal (en “Daat Tevunot” 24), el Admor de Liadi (en el “Tania”, primera parte segundo capítulo) y el Malbim (en su interpretación a Salmos 103:1).
De este último citamos:

«ברכי נפשי את ה'», יאמר אל נפשו הרוחנית שהיא בת אלהים וחלק אלוה ממעל, שתברך את ה’ על החסדים שעושה עמה, וכל קרבי, הוא הגוף שהוא לבוש אל הנפש,
«Bendice al Señor», le dirá a su alma espiritual, que es hija de Dios y parte de Dios arriba, quien bendecirá al Señor por las misericordias que hace con ella.
”y todo dentro de mí”, es el cuerpo que está vistiendo al alma.

Esta interpretación va en consonancia con lo dicho al momento de la creación de la especie humana:

«וַיִּיצֶר֩ ה֨ אֱלֹהִ֜ים אֶת־הָֽאָדָ֗ם עָפָר֙ מִן־הָ֣אֲדָמָ֔ה וַיִּפַּ֥ח בְּאַפָּ֖יו נִשְׁמַ֣ת חַיִּ֑ים וַיְהִ֥י הָֽאָדָ֖ם לְנֶ֥פֶשׁ חַיָּֽה :
Formó el Eterno Elohim al humano, polvo de la tierra. Y sopló en sus narices espíritu vivo y fue el humano un alma viviente.»
(Bereshit/Génesis 2:7)

En donde claramente queda revelado que nuestra identidad sagrada es una porción de la Eternidad, siendo esta identidad nuestra versión más perfecta a la que podemos aspirar llegar a parecernos con nuestras acciones en este mundo. Cuando cumplimos con nuestros mandamientos, es decir, vivimos de acuerdo a nuestro código de ética/espiritual, estamos aproximando nuestro Yo Vivido a que sea un mejor reflejo de nuestro Yo Esencial. Esto es, espiritualizando la materia, convirtiendo este mundo en un paraíso terrenal.
Tales son algunas de las profundas verdades que se desprende de reconocer que somos un “jelek Eloha mimaal”, una porción del Elohim.

Mira tú cómo cambió el sentido de una expresión muy antigua.
Pasó de ser una creencia en la retribución Divina a la convicción de ser parte de la Unidad que no puede ser divisible.

Llegados a este punto me parece atinada la pregunta: ¿hay alguna brecha insalvable entre ambas perspectivas de lo que significa la expresión “jelek Eloha mimaal”?
Te daré una respuesta, seguramente hay otras.
Cuando estamos plenamente conscientes de que nuestra identidad verdadera es una chispa de Dios, y sabemos que todo lo existente es Su obra, entonces ya no nos angustiamos ante lo inevitable ni peleamos por lo accesorio. Sabemos que hay un Juez y hay Justicia, aunque no se dé en este mundo, aunque no la podamos percibir en nuestra vida terrenal. Los procesos del Todopoderoso son en Su aquí y ahora, que no coincide con nuestro humano y limitado aquí y ahora (si no lo entiendes, está bien que así suceda).
Cuando nos adentramos en el conocimiento de las reales cosas del Señor, descubrimos que nuestro breve pasaje por este plano terrenal cumple una función dentro de una maquinaria infinitamente más compleja de la que somos parte. Los altibajos son las frecuencias que demuestran que estamos con vida y andando.
¿Se entendió?

Si lo hiciste, me alegro mucho.
Pero tener el conocimiento teórico es un pequeñito paso, hay que integrarlo a la vida personal, convertirlo en hábito, practicarlo y que sea parte de nuestro ser.
Entonces estaremos experimentando mucho menos sufrimiento y más confianza.

Si encontraste bendición en este estudio, te agradezco que lo compartas y que si puedes nos colabores para mantener funcionando nuestro sitio con su sagrada misión: https://serjudio.com/apoyo

Y si quieres que te dediquemos un estudio, o un rezo por un familiar enfermo, o por la elevación espiritual de un ser querido, es ahora el momento para hacernos llegar tu aporte.
Gracias.

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