La Torá, en su ciclo anual de lecturas, nos lleva al encuentro de la parashá Behaalotejá que quiere decir "cuando elevares".
Entre otros interesantes temas, se nos cuenta acerca de la elección como leviim (ayudantes en los servicios del Santuario), de los miembros de la tribu de Leví
Tal como leemos:
"El Eterno habló a Moshé [Moisés] diciendo: Toma a los levitas de entre los Hijos de Israel y purifícalos… Después que hayas hecho que se acerquen los levitas delante del Eterno, los Hijos de Israel pondrán sus manos sobre los levitas… Porque los levitas están enteramente entregados a Mí de entre los Hijos de Israel…"
(Bemidbar / Números 8:5,10,16)
Podemos reconocer dos planos en la elección de estas personas:
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El plano divino; y
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El plano humano.
Por una parte constatamos que es Dios quien ordena que los levitas sean los consagrados para realizar Su servicio.
Pero, también observamos que el resto de los israelitas debían aceptar esa consagración, y avalar esa particular elección que diferenciaría a una parte de ellos.
Lo que podemos aprender de esto, es que no alcanza solamente con dedicarse a cumplir las mitzvot -mandamientos- respecto a Dios olvidando las referidas al prójimo; ni viceversa tampoco. Tanto los mandamientos que tienen como objetivo directo aproximarnos al Eterno, como aquellas que sirven para crear una sociedad más humana, son imprescindibles.
Lo mismo podemos decir en cada uno de los aspectos de nuestra vida: nuestro comportamiento debe ser el que es aprobado por Dios, así como por las personas.
Tal como el gran maestro Yehudá hanasí formulara en el Pirke Avot (2:1): "¿Cuál es la conducta correcta para la persona?
Aquella que le sea de prestigio ante sí mismo y ante las otras personas; y que sea cuidadoso en el cumplimiento de cualquier precepto, lo considere banal o importante…"
Podemos darnos cuenta de que el nombre de la parashá ("cuando elevares") es de aplicación a las conductas diarias de cada uno de nosotros.
Les deseo Shabbat Shalom!
Moré Yehuda Ribco