Recordemos la clásica historia de por qué celebramos Janucá durante 8 días.
Un reducido grupo de combatientes judíos, liderados por la familia de los Jashmonaim, lograron expulsar a las huestes del imperio Seléucida de Jerusalén, luego de partes importantes de Judea.
Estos héroes fueron conocidos por el apodo de su más aguerrido jefe, Yehuda haMacabí, de allí el nombre de “Los Macabeos”.
Alrededor del 170 AEC recuperaron el templo del Eterno y erradicaron la idolatría e impurezas con las cuales habían pretendido humillar y degradar a Dios, a los judíos y al judaísmo.
Como señal de la victoria y como mensaje de esperanza para continuar lidiando en contra de las fuerzas del caos y la oscuridad, encendieron la Menorá un 25 de Kislev. Para ello usaron la única jarra de aceite de oliva puro que habían encontrado, que les daba combustible suficiente para un solo día. La encendieron de todos modos, y sucedió un milagro: el aceite de la duró ocho días, tiempo suficiente para llevar más aceite puro al templo.
Esta imagen de encender la esperanza en la oscuridad es la historia principal que contamos de Janucá, pero es una adición relativamente tardía al festival, apareciendo primero en el Talmud de Babilonia (Shabat 21b). Abundan las teorías sobre por qué este milagro se menciona por primera vez en el Talmud.
Podemos mencionar al menos dos respuestas, entre varias posibles.
La primera, porque es un poderoso mensaje de que el espíritu, representando por la luz, no se quebranta ante ninguna adversidad material. El enemigo puede ser fuerte y aparentar ser invencible, pero el espíritu es el que prevalece. Esta idea era indispensable para los judíos tras la destrucción del Segundo Templo (año 70 EC) y luego de la catástrofe del aplastamiento de la resurrección nacional liderada por Bar Cojba y Rabí Akiva ( año 136 EC). El exilio estaba engullendo a los judíos, las masacres, persecuciones y otras tragedias eran la noticia cotidiana. Por tanto, era imperioso sostener a los judíos y al judaísmo con un mensaje de confianza, de esperanza, de reanimación personal y nacional. Siendo así, se incentivó el recuerdo de aquel milagro de la luz, de aquella llama que sigue encendida cuando todo pronostica su extinción.
La segunda respuesta, es que los judíos ya no tenían margen para narrar con alegría y brío acerca de victorias militares, de milagros por intermedio de los cuales los pocos y débiles derrotaron a los fuertes y sádicos. Ahora estas anécdotas podrían ser vistas como una incitación a la rebelión, por tanto ser cruelmente castigadas por el maligno imperio. También podrían ser un peligro inspirar a los jóvenes a tomar las armas para recuperar la independencia y la dignidad nacional. Los Sabios prefirieron esconder, de cierta forma, toda narración de heroísmo militar judío, toda idea de iniciar una nueva guerra en contra del déspota imperio que los tenía dominados.
Esta tesitura se continúa incluso en la actualidad, cuando la mentalidad estrecha del gueto sigue implorando por magia para vencer a los adversarios, en lugar de compromiso y responsabilidad por gestionar los propios milagros en sociedad con el Todopoderoso.
Seguramente hay otras respuestas, como aquellas que incluso trae el Talmud de fiestas de las luces desde la época de Adán, y que se siguen celebrando de diversas maneras en varias culturas actuales.
Sin embargo, es bueno tener en cuenta qué nos dice Janucá a nosotros, a cada uno el día de hoy y cómo sus mensajes pueden ser revitalizados y actualizados. Sin perder su identidad con el pasado, pero permitiéndonos crear un sentido presente.
Te invito a hacerlo, a partir de este domingo 28 al anochecer, donde estaremos encendiendo la primera de las luces de Janucá 5782 (2021).
Para que la luz siempre prevalezca.
https://youtube.com/yehudaribco
Muy bonita y aleccionadora la historia de Janucá. Que Dios nunca se aparte del pueblo de Israel.
gracias. de hecho, Dios nunca se aparta del pueblo de Israel, salud!