Resp. 3600 – Preguntas obvias

Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.

Antes de responder, una justa y necesaria aclaración.

Existen afirmaciones que están encerradas entre signos de interrogación (¿…?), que no son realmente interrogantes, sino declaraciones disimuladas. A éstas las podemos catalogar como eslóganes o lemas disimulados. Por lo general nacen de un corazón fanatizado, absolutamente indiferente a lo que le es ajeno.
A preguntas como ésas no vale la pena responder, puesto que el otro usará cualquier cosa para seguir apresado y adoctrinado en su prisión de mentiras y soledades.
Ejemplo de esto: viene el misionero y le dice: ¿viste como el profeta Isaías anunció que la María siendo virgen tendría a Jesús como hijo?
Entonces uno da cátedra durante dos horas, respondiendo a esa «pregunta», y demostrando al 100% que Isaías no anunció eso, que no habló de una virgen, de que María era cualquier cosa menos virgen, de que Jesús no era más que un pobre pecador, etc.
En fin, una verdadera respuesta completa… para que el misionero escupa algo así como: «Ah ustedes los judíos, son todos hijos de su padre el Satanás, ciegos espirituales. No saben leer sus propios libros ni entender a sus propios profetas. Ya me lo había advertido el pastor de la raza infernal que son ustedes… blablabla».

Existen seudo preguntas. Éstas sí son interrogantes, pero el que pregunta no quiere saber la respuesta del otro, puesto que ya se ha formado su propia idea del asunto. A estas las podríamos señalar como preguntas de sofista. ¿Para qué pregunta una persona así? Pues, quizás para pavonearse, demostrando que sofisticado y profundo es. O quizás con la intención de poner en aprietos al otro. O quizás en una afanosa lucha por tener la razón siempre, de modo tal de no dudar y quedar pertrechado detrás de sus murallas que lo esconden de sus miedos. O quizás por el mero placer de molestar.
Una versión mitigada de este tipo de preguntas, son las preguntas sinceras de oídos sordos, quien las formula NO está interesado en aprender. A diferencia del anterior no tiene una respuesta previa, pero tampoco desea conocer ninguna opción. Simplemente pregunta para luego huir. Es que en el fondo quiere saber, pero teme tanto a la luz, que se refugia nuevamente en la oscuridad de sus propias ideas.
Ejemplo de esto, me lo dio una señora esta misma semana cuando me escribe algo así como «Soy católica, ¿quiero saber por qué dice que Jesús es hijo de un soldadito romano que se acostó con una peluquera llamada María, que le fue infiel a su comprometido?»
Y cuando le respondo amablemente, portando la tea que alumbra desde la Verdad, la buena señora dice: «Ah, pero me insulta usted con esto que me dice. No volveré a este sitio nunca más».
Otro ejemplo: «Pobres palestinitos, tan buenitos ellos. ¿Por qué están matándolos salvajemente los feroces imperialistas del sionismo?» Y se responde, mire que no es tan así. No son ni tan pobrecitos unos, ni tan desalmados los otros. Y se pasa a dar datos en donde se demuestra la posesión legítima de la tierra de Israel por parte de los judíos, el derecho a la autodeterminación de la nación judía, el derecho a su patria, a la vida, a todo lo que es razonable para otras personas. Entonces el sofista, el que pregunta pero que ya sabe la respuesta dice: «Ah, pero pobres palestinitos, ¿no habría que darles la tierra a ellos?».

Y por fin, existen las preguntas sinceras, auténticas, expresadas por alguien que está sediento por conocer, aprender, quitar las telarañas y preconceptos de su mente.
Están los que preguntan para llegar al meollo y están los que se contentan con una respuesta simple. Ambos son honestos, auténticos en sus preguntas, solamente que se sacian con más o menos saber.

Yo me pregunto ahora, ¿de cuál de estos tipos son sus preguntas?

Al definirse como «persona atea», al «estar seguro» de que sus preguntas «me incomodarán», al dar respuestas encerradas entre signos de interrogación («¿otra prueba de la falsedad del pentateuco?»), ya nos está dando un perfil de que tipo de preguntas está formulando.

Ahora las respuestas en su orden:

1- Sobre esto ya hemos escrito anteriormente más de una vez, así que le aconsejo que busque en este sitio pues mi respuesta será muy breve… ¿para qué repetir lo que ya he dicho antes, y mejor?

La Torá, el Pentateuco, se lo dictó de principio a fin el Eterno a Moshé.
Incluídos los últimos versículos, aquellos que mencionan la próxima muerte que sufriría el gran profeta.
¿Cómo es posible?
Porque Dios lo dictó, Él está por fuera del tiempo, tiene pleno conocimiento de todo, y le dio acceso a Moshé al conocimiento de su propia muerte.
El profeta escribía con lágrimas en sus ojos el relato de su muerte.

Así como Moshé escribió con precisión hechos de otras épocas y lugares, en los cuales él no había estado, así como nos dio imágenes exactas de acontecimientos muy alejados en el futuro (que por desgracia ya padecimos nosotros)  ((«El Eterno te llevará a ti, y a tu rey que hayas establecido sobre ti, a una nación que ni tú ni tus padres habéis conocido. Allá rendirás culto a dioses ajenos de madera y de piedra. Serás objeto de horror y servirás de refrán y de hazmerreír a todos los pueblos a los cuales te lleve el Eterno.» (Devarim / Deuteronomio 28:36-37) )), así también él contempló proféticamente la visión de su muerte, y la escribió según dictado de Dios.

Claro, alguien que se declara ateo no puede aceptar esto.
Porque, ¿cómo entra Dios en la respuesta si niega la existencia de lo que es real?
La respuesta es muy simple pero muy extensa, por lo que responderé solamente con titulares.
Tres millones de personas recibieron la Torá, la estudiaron, la aceptaron como verídica.
No depende de la fe, ni de la ceguera intelectual… sino que se basa en la confianza.
Sobre esto ya he escrito anteriormente, busque si le interesa y si se atreve quítese el mote de «ateo» y al menos pase a reconocerse como agnóstico…

2- Tres millones de personas recibieron la Torá de parte de Dios un poco después de la salida de Egipto y muchos siglos antes de que el rey Josías viviera.
Negar el testimonio fidedigno de tres millones de testigos, es negar la realidad.

3- Que endeble una pregunta que se basa en suposiciones de supuestos científicos para querer demoler el tesitmonio de tres millones de personas…
De hecho, si buscamos rápidamente en enciclopedias veremos que efectivamente en el Medio Oriente ya se usaban camellos o dromedarios o de la familia que usted desee de estos animales en épocas de los patriarcas.
Por otra parte, ¿cómo confía usted en las suposiciones de algunos arqueólogos?
¿En qué basa su confianza en ellos?
Si usted no puede confiar en tres millones de testigos presenciales, ¿cómo confía en lo que uno o dos exploradores SUPONEN?
Yo creo que su fe en estos arqueólos es algo diferente a la confianza. Es más bien una excusa para seguir escudado detrás de su miedo a reconocer la verdad, que es la Presencia del Eterno en nuestras vidas, y la veracidad inamovible de la Torá.
Su miedo lo hace creer en lo que quiere creer… pero eso no quita ni un ápice de veracidad a lo que es cierto.

Para concluir, he dado respuestas que a mi me dejan insatisfecho… lo confieso…
Pero, ¡es que ya las he respondido antes!

Así pues, para todos los que anhelan saber la postura judía al respecto, no se dejen ganar por la pereza ni por los preconceptos, sino que pónganse auténticamente a buscar lo que está delante de sus narices pero que les cuesta encontrar…
Por otra parte, mírense al espejo y reconozcan el tipo de preguntas que formulan… si están buscando sinceramente respuestas, entonces las hallarán aquí.
Pero, si prefieren oir una y otra vez sus mismos lemas, o los gemidos de sus miedos, entonces ya sé lo que harán…

Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.

Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.

Moré Yehuda Ribco