Parashat Vaigash 5768

Shabbat: Tevet 6, 5768; 15/12/07

Un comentario de la Parashá  Vaigash (Bereshit 44:18 – 47:27)
*Espíritu para vencer*

¡Bienvenido nuevamente lector estimado!

Lentamente nos vamos aproximando al final del sefer Bereshit, con la conclusión de la época patriarcal e inicio de la época de la esclavitud en Egipto.

En la parashá, el anciano tercer patriarca, Iaacov, emigra a Egipto para radicarse allí con toda su familia.
Él ya tiene noción de que su estadía será definitiva, que no retornará con vida a su tierra natal, a la tierra de la heredad de su familia.
También percibe que el futuro no deparará solamente momentos luminosos para sus descendientes, sino que habrá extensos períodos de horror y oscuridad.
Él lo ha vislumbrado, pero poco puede hacer para modificar este desenlace doloroso.

Sin embargo, su confianza en el Eterno le depara cierta tranquilidad, pues Él le prometió que estaría junto a su familia siempre, en todo momento y circunstancia, sin importar las vicisitudes que pudieran correr.
El Eterno es compañero de Israel tanto en el hogar como en el exilio.
En aquellas lejanas épocas así como en la actualidad.
Tal como Él ha prometido:

«Yo descenderé contigo a Egipto y ciertamente Yo también te haré subir de allí.»
(Bereshit / Génesis 46:4)

Para la nación judía no es novedoso este hecho.
Hemos padecido cuatro exilios hasta el momento, en ninguno de ellos el Eterno nos soltó la mano. Por el contrario, en épocas de amarguras, cuando nuestros alientos desfallecían, cuando nuestros pies ya no soportaban la carga, cuando estábamos por caer desplomados, en ese momento la Presencia del Eterno se hacía (hace) más patente, más «visible».
Cuatro exilios: Egipto, Babilonia, Grecia, Roma, que hasta el momento hemos sabido superar (los tres primeros) y hemos logrado sobrellevar (el último).
No por nuestros méritos, sino por la Compasión del Eterno, que nos guarda y resguarda, ya que es nuestro guardián constante:

«He aquí, no se adormecerá ni se dormirá el que guarda a Israel.»
(Tehilim / Salmos 121:4)

El exilio de Roma (Edom) es el que se continúa, y que será definitivamente quebrado con la reinstauración de la monarquía judía, en lo que se conoce como Era Mesiánica.
Tal como expresa el profeta con verdad, y es citado como Haftará de la semana:

«Les dirás que así ha dicho el Señor Elokim:
‘He aquí, Yo tomaré a los Hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron; los reuniré de todas partes, y los traeré a su propia tierra.
Haré de ellos una sola nación en la tierra, en los montes de Israel, y todos ellos tendrán un solo rey.
No se volverán a contaminar con sus ídolos, ni con sus cosas detestables, ni con ninguna de sus transgresiones.
Yo los salvaré de todas sus rebeliones con que han pecado, y los purificaré. Ellos serán Mi pueblo, y Yo seré su Elokim.
Mi siervo David será rey sobre ellos, y habrá un solo pastor para todos ellos. Andarán según Mis decretos; guardarán Mis estatutos y los pondrán por obra.
Habitarán en la tierra que di a Mi siervo, a Iaacov [Jacob], en la cual habitaron vuestros padres. En ella habitarán para siempre, ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos. Y Mi siervo David será su gobernante para siempre.
Haré con ellos un pacto de paz; será un pacto eterno con ellos.
Los multiplicaré y pondré Mi santuario entre ellos para siempre. Mi tabernáculo estará junto a ellos; yo seré su Elokim, y ellos serán Mi pueblo.
Y cuando Mi santuario esté en medio de ellos para siempre, sabrán las naciones que Yo, el Eterno, santifico a Israel.'»
(Iejezkel / Ezequiel 37:21-28)

Aunque todavía nos asfixia la bota de Edom, aunque el sitio del Templo es una ruina milenaria, aunque nos revolvemos por los dolores de una tortura extensa, no desfallecemos ni perdemos la confianza en nuestro Redentor, el Eterno:

«¡Porque Yo, el Eterno, no cambio; por eso vosotros, oh hijos de Iaacov [Jacob], no habéis sido consumidos!»
(Malaji / Malaquías 3:6)

Por tanto, en la parashá encontramos la esperanza de que no estamos solos, nunca. Hay soluciones, salidas, crecimiento. Porque, hay un Dios, el Todopoderoso que no nos desampara y nos cobija siempre.

Ahora, debemos apuntar que cada uno de los cuatro exilios puede ser visto como un modelo de esclavitud o aflicción personal.
Egipto, física/material.
Babilonia, emocional.
Grecia, intelectual.
Roma, social.
Cada una de estas afecciones se superan si se sigue el camino marcado por el Eterno en Su Torá, estudiándola y cumpliendo con las mitzvot, tal cual se nos ha manifestado.
Porque, tal como declaró el profeta:

«No con ejército, ni con fuerza, sino con Mi aliento, ha dicho el Eterno de los Ejércitos.»
(Zejariá / Zacarías 4:6)

Recién salimos del festejo inmenso de Januca, en donde se hace patente esta verdad. Los judíos no vencieron por su poderío ni por su fuerza, ni siquiera por su coraje.
Triunfaron por enarbolar el lema del Eterno, por combatir desde el espíritu, con espíritu, sin despreciar el resto de los planos de existencia.

Así pues, si tenemos momentos de debilidad, obstáculos en nuestras vidas, confrontaciones, terrores, dudas, enfermedades, lo primero que podemos hacer para vencer es nutrirnos espiritualmente. Con estudio de Torá, con tefilá, con tzedaká, con cumplimiento de mitzvot. Por supuesto que también haciendo aquello que es indispensable, para manifestar el favor del Eterno.
Pues, los macabeos no vencieron simplemente «por fe», sino por su confianza y convicción en el Eterno, y por tomar las armas y salir al combate en contra de lo que les oprimía.

Tal como David venció a Goliat, con espíritu, no con armas. Pero, fue diestro con la onda, y empleó una piedrita, para que lo material sirviera como realización de lo espiritual.

¡Te deseo a ti y a los tuyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!

Moré Yehuda Ribco

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