Hay gente con un carácter que es jocoso, apegado a bromas y el chiste fácil, que no se enfoca en progresar seriamente sino que anda saltando de entretenimiento a distracción.
Para los que se apoyan en esta base se ha dicho:
«Bienaventurado todo aquel que teme al Eterno y anda en Sus caminos»
(Tehilim/Salmos 128:1)
Pero también están las personas apáticas, que tiñen de opaco su entorno, difícilmente entonan cantos de alegría y se deslizan en brazos del sano placer. Su atención está puesta en lo tremendo, en lo gris. Para ellos se dijo:
«En Tu nombre se alegrarán todo el día, y en Tu justicia serán enaltecidos.»
(Tehilim/Salmos 89:17)
¿Qué significa todo esto?
Pues, que el justo camino del medio es el mejor, el saludable, el de la bienaventuranza.
El consejo de andar siempre alegre no aplica para el de tono básico feliz, ¡para él se debe concentrar en reverenciar al Eterno y ser cuidadoso en andar por Sus caminos!
En tanto que el ser extremadamente circunspectos y con permanente reverencia no corresponde a los que ya de por sí rehúyen, de la dicha y el gozo, ¡ellos deben hacer caso a los que publicitan el estar feliz en todo momento!
Conocerse y darse cuenta de lo que es bueno para cada uno, en cada lugar y situación.
Ahí hay una demostración de inteligencia, coherencia, respeto y dignidad.
Que complejo. Y mirarse uno mismo para aplicar, más.
Pero es y sera la tarea.
Aunque a veces siento que me pongo como en los dos casos…
Debo cuidarme el doble entonces.
uno puede aprender a sonreir cuando esta amargado, sin por ello negar su amargura.
asi como a enseriesarse, cuando el animo esta un poco descocado.