En nuestra parashá, continúan los últimos preparativos para la salida de los israelitas al gran viaje desde el desierto hasta la Tierra de Israel. En particular, se concentra alrededor del Mishkán (el templo móvil que el Eterno mandó construir a los hijos de Israel en el desierto).
El comienzo de Nasó nos habla de la división de roles entre las familias de los levitas, y especifica de qué parte del Mishkán es responsable para transportar cada una de ellas.
Tenemos que los miembros de la familia Kehat son responsables de las vasijas del Mishkán, de la mesa de los panes, de la menorá, etc…
Los integrantes de la familia Gershón se hacen cargo de todas las telas, cortinas y revestimientos.
En tanto que los pertenecientes a la familia Merarí estarán encargados de los enormes pilares de madera.
Luego encontramos varios casos en los cuales los hijos de Israel necesitan la ayuda de los cohanim y del Templo.
Tenemos aquellas ocasiones que son resultado de un acto negativo, como cuando una persona atenta contra el bienestar de otra, por ejemplo si ha robado o dañado su propiedad. Por supuesto, en la primera etapa debe pedir perdón al damnificado y pagar el daño, pero además también debe venir al Mishkán, hablar con el cohén y pedir perdón a Dios también.
Por supuesto que no había que hacer una confesión ante el sacerdote, sino conversar con él para que ayudara a encontrar el camino del mejoramiento de la conducta. Como un asesor psicológico y espiritual, no como un mago que por medio de un ritual quita el pecado de la persona.
Otro caso descrito en la parashá es, qué hacer en caso de que haya un marido celoso, que está agobiado porque supone que su esposa le es infiel y ella mantiene una conducta que tensa más la situación. La relación tóxica socava la continuidad del hogar. La mujer es llevada al cohén para realizar un ritual conocido como «Mei Sotá» y de esta manera quitar las sospechas y aclarar la amarga situación en beneficio de todos los involucrados.
Puede resultarnos muy chocante lo que trae aquí la parashá, muy diferente a lo que sería lo corriente en nuestra sociedad, pero debemos comprenderlo en su contexto social e histórico y descubrir cuáles son las valiosas enseñanzas que hay para nosotros.
El cohén también puede ser contactado en casos positivos. Tal es por ejemplo la historia del nazir. El nazir era una persona que decide que por un tiempo determinado se abstendrá de tres cosas: cortarse el pelo y afeitarse, beber vino o comer cualquier producto de la vid y no estará en cercanía con muertos. Sí, nos puede parecer muy extraño que alguien prometa esto como una manera de crecer en espiritualidad, pero en su época y lugar, parece que tenía mucho sentido.
Al final del período de abstención que se impuso a sí mismo el nazir, éste viene al Templo para ofrecer un sacrificio, además se corta el pelo y por medio de los procedimientos rituales y las experiencias vividas se espera que haya alcanzado una mejor perspectiva espiritual de la vida cotidiana.
En esta parashá encontramos también la «Birkat haCohanim», la bendición de los sacerdotes. Son las hermosas frases con las cuales los cohanim deben servir de canal de la bendición de Dios para nosotros. Esta bendición se sigue haciendo, según algunas costumbres a diario, según otros en shabat, otros en festividades y para muchos es la bendición que acompaña cada shabat a los padres con sus hijos.
Nasó termina con una gran celebración: la inauguración del Mishkán. Después de muchos preparativos, el Mishkán está listo, los cohanim y leviim conocen su trabajo y la gente quiere celebrar el inicio de la actividad del Mishkán. En honor a las celebraciones cada tribu trerá un regalo al Mishkán, cada día una tribu diferente y así llegamos a 12 días de celebración y alegría en honor al Templo.
Y en medio de todas las celebraciones, por supuesto, no hemos olvidado el gran viaje que les espera a los hijos de Israel. Los preparativos han terminado y finalmente es posible partir, ¡sobre eso en el próximo episodio!
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