En los Detalles, la Santidad: parashat Ki Tetzé

Querido estudiante del alma y buscador de sentido. Permíteme hablarte hoy de Parashat Ki Tetzé, una de las porciones más ricas, densas y reveladoras de la Torá. No por casualidad aparece en el corazón del libro de Devarim (Deuteronomio), en un momento en que el pueblo de Israel está a punto de cruzar el Jordán, dejar el desierto y entrar en una vida más compleja, urbana, social. Y tú, que también caminas por tu propio desierto interior, tal vez a punto de cruzar a una nueva etapa, encontrarás aquí más de lo que imaginas.

Ki Tetzé —“Cuando salgas a la guerra sobre tus enemigos”— así comienza, con una imagen de conflicto. Pero no se trata solo de batallas externas. Es una metáfora. Cada uno de nosotros, en su vida cotidiana, “sale a la guerra”: contra sus impulsos, contra la injusticia, contra el caos interior, contra relaciones rotas, contra la indiferencia. Y esta parashá no solo nos da leyes, sino herramientas para vivir con integridad.

Aquí, en apenas unas pocas páginas, encontramos 77 mandamientos —más que en cualquier otra parashá—. No es un catálogo abrumador, sino un mapa detallado de la vida ética. Desde cómo tratar a los prisioneros de guerra, hasta la obligación de construir barandas en los techos para evitar accidentes. Desde la justicia en los pesos y medidas, hasta la prohibición de odiar al edomita o al egipcio, porque “fuiste extranjero en su tierra”.

¿Qué nos enseña esto? Que la santidad no está solo en lo sagrado, sino en lo cotidiano. No necesitas un templo para ser santo. Solo necesitas tratar con justicia a tu trabajador, devolver un abrigo empeñado al pobre antes del anochecer, o no cortar todo el árbol frutal en un sitio de guerra. La Torá nos dice: Tu humanidad se mide en los detalles.

Y hay un pasaje que siempre me conmueve: el del ben sorer umoré, el hijo rebelde. Un joven que no obedece, que se entrega al vino y a la glotonería. La Torá describe un proceso judicial extremo, pero los sabios del Talmud lo interpretan de forma tan restrictiva que, en la práctica, nunca ocurrió. ¿Por qué incluirlo entonces? Para enseñarnos que incluso en el caso extremo del rechazo filial, la Torá nos obliga a reflexionar, a juzgar con rigurosa precaución, a crear barreras legales que eviten la crueldad. No es una ley para aplicar, sino una advertencia: el castigo no puede ser más rápido que el entendimiento.

Como psicólogo, te digo: muchas veces actuamos como si pudiéramos “eliminar” lo que no entendemos —la rebeldía, el dolor, el otro que piensa distinto—. Pero Ki Tetzé nos enseña otra vía: la del acompañamiento, la del límite con compasión, la del orden que protege la vida.

Y luego, nuestra parashá nos trae la mitzvá de borrar el nombre de Amalek: “Acuérdate de lo que te hizo Amalek… no olvides”. Pero ¿qué hizo Amalek? No fue un ejército frontal. Fue el que atacó a los más débiles, a los rezagados, en el camino. Fue el que eligió el momento de mayor vulnerabilidad. Hoy, Amalek no es solo un pueblo antiguo. Es la indiferencia. Es el cinismo. Es el que aprovecha el dolor ajeno para herir más. Es la voz interior que susurra: “No vale la pena ayudar, no cambiará nada”. También es Hamas y sus cómplices en occidente. También es el antisemita que se disfraza de «derechista humane».

Por eso, el mandato no es solo recordar, sino no olvidar. Porque olvidar es permitir que el mal se repita sin resistencia.

Y aquí, querido amigo, está la moraleja que el alma necesita escuchar:

La vida no se vive en grandes gestos heroicos, sino en decisiones pequeñas, repetidas con conciencia. Cada vez que eliges la justicia sobre la conveniencia, la empatía sobre el juicio, la responsabilidad sobre la indiferencia, estás cumpliendo Ki Tetzé. No se trata de ser perfecto, sino de ser presente. De construir barandas en tu corazón para que nadie caiga. De devolver el abrigo al necesitado, aunque no lo pida. De no dejar que el Amalek interior te convenza de que nada importa; ni dar tribunas o cámaras de resonancia a los exterminadores que buscan destruir nuestra presencia y con ellos borra el recuerdo de la Divina Presencia.

La Torá no te pide que seas un ángel. Te pide que seas humano… con propósito.

Y así, paso a paso, guerra tras guerra interior, construyes no solo una vida digna, sino un mundo más justo.

Comparte este mensaje con tus allegados y anímalos a reflexionar sobre estos importantes temas. Involúcrate en iniciativas que promuevan la construcción de Shalom.

Sigue participan de este sitio sagrado, serjudio.com, y de nuestro canal https://www.youtube.com/@YehudaRibco.

Si este estudio te ha sido de bendición, agradécelo y difúndelo, y no olvides de colaborar con nosotros económicamente, que mucho se agradece:


https://serjudio.com/apoyo

VISITA nuestro canal en YouTube

https://youtube.com/yehudaribco

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x