La Torá, por ser la guía espiritual del pueblo judío, y con ellos, un faro para las naciones del mundo, es un espejo que refleja los desafíos y las dinámicas políticas que han afectado a la humanidad a lo largo de los siglos. Dos eventos significativos en la historia del pueblo de Israel – la misión de los diez exploradores en la parashá Shelaj Lejá y la revuelta de Koraj – nos ofrecen una visión profunda de cómo la casta política puede manipular el poder para sus propios fines, a menudo a expensas de la libertad y el bienestar del pueblo.
Los Diez Exploradores: Corrupción y Demagogia
En la parashá Shelaj Lejá, Moshé envía a doce líderes, cada uno líder de su tribu, gente de la confianza de Moshé, a explorar la tierra de promisión. A su regreso, diez de ellos presentan un informe alarmista, llenando de miedo y desesperación a los israelitas. Este evento no es solo un relato histórico, sino una lección eterna sobre el poder de la manipulación y la demagogia.
Los diez exploradores tenían sus propios intereses en mente. Su informe negativo no solo desalentó al pueblo, sino que también buscaba mantener el status quo. Al evitar el asentamiento en la región llamada Canaán, estos líderes preservaban su propio poder y control sobre la comunidad. Utilizaron la corrupción de la verdad y el miedo para influir en la voluntad popular, demostrando cómo la manipulación y la desinformación pueden socavar la confianza y la unidad.
No importaba para ellos el que la nación cumpliera su destino sagrado, ni que se hiciera la Voluntad Divina, sino que ante todo estaba su minúscula visión motivada en el EGO. Se pueden dar infinidad de justificaciones e inventar excusas para el accionar perverso, pero el hecho es que adoraban al EGO y no a Dios.
Por lo cual, llenándose la boca de palabras tales como: justicia, social, hambre, derechos, anti-discriminación, voluntad popular, paz, entre otras; solamente manipulaban a los que caían en sus redes interesadas, de casta política.
Como contraparte, hubo dos líderes que también fueron a recorrer la tierra de santidad, los principales de Yehudá y Efráim, ellos supieron poner el bienestar del pueblo por delante, guiados por su confianza en Dios, motivados por el sincero deseo de no hacer negocio con el ejercicio de la autoridad.
Eran políticos anti-casta, luchaban por sus hermanos del pueblo, y, sin embargo, estuvieron a punto de ser asesinados por la turba del populacho, corrompidos por los cantos de sirena de la casta.
¿Suena a historia moderna, contemporánea?
La Revuelta de Koraj: Ambición y Compra de Voluntades
La revuelta de Koraj, narrada en la parashá que lleva su nombre, es otro ejemplo claro de la lucha por el poder político. Koraj, junto con Datán, Abirám y 250 líderes de la comunidad, desafía la autoridad de Moshé y Aarón. Argumentan que «toda la comunidad es santa» y que no debería haber una jerarquía de liderazgo.
A primera vista, Koraj parece estar abogando por una causa justa y democrática. Sin embargo, un análisis más profundo revela sus verdaderas motivaciones: la ambición personal y el deseo de poder. Koraj utiliza la demagogia y la manipulación para atraer seguidores, comprando voluntades y explotando el descontento del pueblo para sus propios fines.
Según los sabios, habían pasado décadas desde la corrupción de los exploradores, pero, el mismo perfil de autoritarismo disfrazado de promover el bienestar del pueblo. En verdad, mente que cosifica al prójimo, asistencialismo que esclaviza, paternalismo que infantiliza, ayudas sociales que hace que haya más pobres y necesitados en lugar de personas interdependientes que laboran por sacar adelante a su familia y nación.
Se repite, una y otra vez el modelo, la corrupción no conoce de lenguas ni países, está enquistada en el corazón del humano, porque proviene del mecanismo natural que todos llevamos insertos en nuestro ser: el EGO.
Lecciones para Hoy
Estos relatos nos enseñan que la corrupción, la demagogia y la manipulación no son problemas modernos; han existido desde tiempos antiguos. Los líderes que anteponen sus propios intereses al bienestar del pueblo comprometen la integridad de la comunidad y ponen en peligro su futuro.
La Torá nos llama a estar vigilantes y a cuestionar a aquellos en el poder. Debemos buscar líderes que sean honestos, transparentes y verdaderamente comprometidos con el bienestar de la comunidad. La historia de los diez exploradores y la revuelta de Koraj nos recuerda que la lucha por la libertad y la justicia es constante, y que debemos estar siempre alertas a las influencias corruptas que buscan socavarla.
Hubo otros varios acontecimientos en el Tanaj que ponen en relevancia la importancia de la atención a los temas de la política, a vigilar el accionar de fiscales y jueces, a tener una fuerza del orden justa y obediente a la Divina Voluntad. No podemos permitir que siga ocurriendo que el EGO al poder destruya la felicidad, el bienestar, la estabilidad, la satisfacción, la santidad de la vida.
Conclusión
Como maestro de espiritualidad y observador de la sociedad y la política, insto a nuestra comunidad a aprender de estos relatos. La Torá nos ofrece no solo un camino espiritual, sino también una guía para construir una sociedad justa y equitativa. Que podamos inspirarnos en sus enseñanzas para resistir la corrupción y la manipulación, y para promover un liderazgo basado en la verdad, la justicia y el servicio desinteresado al pueblo.
¡Shalom y que tengamos la sabiduría para elegir siempre el camino correcto!
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