Parashat Lej Lejá 5769

Shabbat: Jeshvan 10, 5769; 8/11/08

Un comentario de la Parashá Lej Lejá (Bereshit 12:1 – 17:27)
*Avraham, nuestro patriarca*

¡Bienvenido lector estimado!

En nuestro comentario de la semana pasada mencionamos el nuevo comienzo que tuvo la humanidad.
Luego de diez generaciones, desde Adam hasta Noaj, la humanidad llegó a un final, a una escala fundamental. Allí comenzó otra etapa, también de diez generaciones, que fue desde Abraham hasta Noaj.

Es en esta parashá que nuestro primer patriarca Avraham se erige en su dimensión patriarcal, de raíz poderosa de una gran nación, plena y eterna.
Se comprometió con una inmensa tarea: difundir el pacto que el Eterno había sellado con toda la humanidad, es decir, el pacto noájico.

Él redescubrió la buena senda de los Siete Mandamientos Universales (Sheva Mitzvot dBnei Noaj), que el Eterno había ordenado para todas las personas, sin excepción.
Diferentes intereses particulares provocaron el alejamiento de las personas de esa senda de bendición, solamente unos pocos permanecieron fieles. Sin embargo, por temor a las represalias del dictador mundial (llamado Nimrod), ese puñado de guardianes del pacto no se manifestaban, no publicaban la antigua e inamovible verdad.

Pero, Avraham, nuestro patriarca, ya de pequeño encontró por sí mismo al Eterno, luego fue educado (privadamente) en el conocimiento y fidelidad de los Siete Mandamientos.
A partir de ese momento propaló la vieja buena nueva, daba a conocer la buena senda, el camino que el Eterno trazó para la humanidad.
Actuaba con bondad, con desinteresado amor, con intensa generosidad, para ayudar al prójimo en las cuestiones mundanales así como en las espirituales.

Su altura, su amplitud, su profundidad, son los parámetros que lo sostienen como padre de nuestra nación y abanderado de la causa del noajismo (fidelidad a los Siete Mandamientos por parte de las personas no judías).

Nosotros, los judíos, sus directos descendientes, hemos permanecido unidos, vinculados, firmes en el modelo de nuestro patriarca.
Hemos sido incluídos a perpetuidad en un pacto más estrecho con Hashem, somos parte del pacto de la Torá, que contiene para nosotros 606 mandamientos más que los que deben cumplir el resto de la humanidad.

Gracias a las acciones meritorias de nuestros nobles ancestros estamos aquí, es nuestro deber conocerlo, reconocerlo y no ser el último eslabón de esta dorada cadena.
Está en nosotros aprender, enseñar y especialmente llevar a cabo nuestra parte de la tarea que desde Arriba se nos ha asignado.
Provenimos de una deslumbrante estirpe y tenemos un destino de santidad.

¡Te deseo a ti y a los tuyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!

Moré Yehuda Ribco

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