Santo remedio

Eres impotente, ¿tienes alguna duda?
La sombra de la máxima impotencia te sigue a todas partes, tu propia muerte.
Puedes hacerte el distraído, negarla, delirar con reencarnaciones o vidas más allá de tu extinción, como sea, eres impotente.
Te guste o no, a nadie le interesa, nadie te pregunta, la muerte no te pedirá permiso tal como la vida tampoco te lo solicito.
Contra tu voluntad viniste aquí, contra ella te irás.

Oh, sí claro que sí, eres impotente.
En las grandes cosas, pero también en las que piensas que dominas y controlas.
De hecho, cuando más crees controlar, es porque más terror tienes al descontrol, al no poder.

Tu sentimiento de impotencia te lleva al miedo y al deseo.
Todo miedo es miedo a la impotencia, todo miedo deriva de allí.
Todo deseo es deseo de poder, todo deseo deriva de allí.
Entonces nos revolvemos, revolcamos, enviciamos, desesperamos por ansia de dominio, sobre ejercicio del control, que nos lleva al caos, al fracaso, a sentir la impotencia, a hacerla real.

El miedo y el deseo pronto nos llevó a la invención de dioses, religiones, crímenes, sistemas de dominación, mentiras, corrupción, superficialidad, fanatismos… en fin, todo lo que hace de la vida un mayor tormento, pero a veces da esperanzas de ser salvado del naufragio final y total… ilusiones…

Estamos entonces en el exilio, lejos de nuestro hogar.
Echados del paraíso por nuestras propias acciones.
Sufriendo como condenados en un infierno constante, que nosotros ayudamos a crear.
No, no construimos shalom.
Preferimos disfrazarnos de lo que no somos ni seremos, usar caretas, confundirnos con los personajes del Yo Vivido, porque el EGO se interpone en nuestra unificación con el Yo Auténtico.

Ah, si desplazáramos al EGO.
Si simplemente lo usáramos para la función que fue creado con sabiduría.
Si corriéramos el espeso velo que el EGO impone en nuestro ser.
Si dejáramos de estar encerrados en nuestra celdita mental.
Si dejáramos de anhelar sin hacer nada, soñando con Mesías, repitiendo como lelos acerca de redención, aplaudiendo a los Cielos para reclamar la Era Mesiánica, pero sin hacer nuestra sagrada parte, sin cumplir con nuestra tarea, sin ser constructores de Shalom.

Mírate.
Sé tu propio testigo, observa tu pensamientos (que dudosamente sea TUYO realmente, más bien de otros que tú adoptas y con el cual te mimetizas), atiende a tus emociones, no juzgues.
Solo sé testigo.
En silencio.
No luches, no pretendas demostrar tu dominio, porque no lo tienes.
Solo enfócate en tu interior.
Descansa.
Relájate.
Te dije que no juzgues…
Calma.
Mira pasar las ideas, no te ancles en ninguna.
Deja que fluyan las emociones, que fluya… eres un observador al costado del río que pasa, solo miras, y pasa, sigue pasando.
No te detienes en nada, no te sumerges, no te hundes, no te quieres imponer sobre nada ni nadie.
Estás ahí, en pasividad activa.
Atento, enfocado, en silencio.

Si tienes constancia en este ejercicio, dejarás de vivir reaccionando, saltando ante los estímulos, de ser discípulo del EGO.
Serás un observador preparado, entrenado.
No un luchador debilucho que se cree en posesión de poderes mágicos, capaz de vencer imaginarios gigantes cuando ni siquiera puede triunfar sobre enanos reales.
El EGO no te gobierna, porque no luchas en su contra, porque no te opones, pero tampoco acatas sus órdenes.
Solo lo miras, lo reconoces, le das su lugar para que no siga inquietando para llamar la atención.

Desde lo profundo de tu santidad esencial, de lo más sagrado que hay en ti, puedes hacer surgir la llama del AMOR, que no se extingue, que es capaz de erradicar el poder del EGO.
Te abres al prójimo, con generosidad sincera, sin esperar nada a cambio.
Le das una mano, le escuchas cuando precisa ser escuchado, le tienes paciencia, cooperas con él, eres solidario, no lo juzgas, no lo sometes a presiones, no negocias con él, no manipulas, no demandas, no te decepcionas, sino que haces lo bueno y justo sin esperar nada a cambio.
No, no eres un benefactor infinito, por tanto pondrás límites, porque éstos son buenos, justos y necesarios.
También recibirás lo que te corresponde y precisas, sin sentirte por ello abusador, codicioso, pecador.
Estás aquí para gozar de lo permitido, recuérdalo.
Hay gozo en el dar generoso, pero también en el recibir sin pompas.

Actúas con solidaridad, aunque una voz en ti te condene por ello.
Aunque te vean o veas raro por ser demasiado bueno.
Es el EGO que no quiere dejar de gobernar, no hagas caso, recuerda ser testigo, admitirlo, aceptar su presencia, pero no luches, déjalo solo que se extingue por sí mismo.
Tú conoce lo tuyo, ámalo, cuídalo y haz tu parte.

Que tu pensamiento, tu palabra, tu acción, tu sentimiento y tu ser se unifiquen.
Eso es construir Shalom.

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
1 Comment
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments

Ese ejercicio de enfoque, el no-reaccionario, tiene que elevarnos a otro nivel de consciencia. Eso es una maravilla.

0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x