Parashá Behar resumida 5782

La parashá se llama «Behar”, que significa en el monte, aunque también se la llama «Behar Sinaí», porque indica con precisión de que monte estamos hablando. Al tener en cuenta el lugar, también sabemos cuando ocurre lo que se narra, es decir, durante los cuarenta días con sus noches en los cuales Moshé estuvo recibiendo la Torá del Todopoderoso para Israel.

Encontramos en esta parashá numerosas mitzvot, teniendo especial atención las que refieren al orden social y hace foco en atender las necesidades de los débiles, como el pobre e incluso el esclavo. No es novedoso que así ocurra, ya que en múltiples ocasiones la Torá trata de la importancia de que exista la justicia social. La misma no ocurre por algún suceso imprevisto o por directa intervención divina, sino que se construye con la participación de todos los miembros de la comunidad, desde el más necesitado al más opulento. Cada uno tiene su parte en la tarea de edificar una sociedad justa, equilibrada, en donde la gente no sufra por necesidades básicas no satisfechas. Se encargan las leyes divinas de decretar los comportamientos que pueden ayudarnos a acceder a esa realidad.

Como si no tuviera que ver con el aspecto social, aunque cuando lo analizamos a fondo descubrimos que sí lo tiene, aparecen en nuestra parashá leyes referidas al cuidado que le debemos a la tierra, en el caso en particular, la de Israel.
Desde el inicio de la humanidad Dios determinó que trabajemos y cuidemos de la tierra, para el pueblo judío estas exigencias se multiplican cuando se trata de la que nos pertenece por derecho familiar y por herencia divina, la de Israel.
Así, encontramos en la parashá el mandamiento de la shemitá, que se traduce como sabático, y que constituye una mitzvá nacional y social.
El mandamiento de la shemitá indica que cada siete años se nos ordena a los judíos cesar las actividades en los campos y no realizar ninguna de los trabajos que incumben a la producción que brota de la tierra.
Durante seis años se trabaja, el séptimo se deja descansar a la tierra de Israel, así como los que trabajan en ella pueden dedicar su tiempo para otras actividades.

Se nos brindan múltiples interpretaciones al respecto de esta mitzvá, una de las cuales es que si bien la tierra es nuestra, en verdad lo que se nos ha otorgado es el derecho a usarla, aprovechar sus recursos, vivir en ella, pero realmente el dueño es el Eterno.
Otra interpretación es que podamos entender que todo lo que hacemos en este mundo es muy valioso, importante e incluso indispensable; pero, a fin de cuentas, no nos llevamos nada material cuando partimos a nuestra existencia espiritual, es por ello que debemos aprender a valorar lo que tenemos, aquello que hacemos, los bienes de este mundo, pero también a enfocarnos en trascender. Una enseñanza similar a la que obtenemos cada semana cuando nos encontramos con el día de Shabat y hacemos lo apropiado para pasarlo pleno de su sentido espiritual.

Podemos mencionar algunas otras mitzvot de nuestra parashá, como por ejemplo el Jubileo. Cada cincuenta años, es decir, al terminar siete períodos de Shemitá, llega el año del Jubileo, el cual es consagrado a Dios, y en él también se interrumpe el trabajo agrícola, se liberan a todos los esclavos, quedan redimidas las deudas y se devuelven las parcelas a sus dueños originales.

También en la parashá encontramos la prohibición de fraude y de obtener interés al realizar préstamos de dinero a un judío.
Y, como mencionamos más arriba, en el año del jubileo quedan redimidos también el esclavo hebreo y el cananeo, teniendo obligaciones hacia él quien fuera su patrón.



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