En la ética judía, el trabajo es valorado como una actividad noble y necesaria, y se considera que el ser humano tiene la responsabilidad de contribuir al bienestar de la sociedad a través de su trabajo y esfuerzo.
Ya lo dice el precepto: «Seis días trabajarás y harás toda tu obra».
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la ética del trabajo en la cultura judía se basa en la idea de que el trabajo debe ser una fuente de realización personal y una contribución al bien común, y no una forma de autoexplotación. En la tradición judía, se valora el descanso y se establece el día del Shabat como un día de reposo y reflexión para recordar que el trabajo no debe convertirse en una obsesión o una fuente de sufrimiento.
Es una isla en el tiempo, para hacernos comprender que somos espíritu en un tránsito por el mundo físico.
Por tanto, es valioso mantener el equilibrio, sin dejar de valorar las cosas mundanales, pero siempre desde la perspectiva espiritual.
Uno trabaja para vivir, para realizar su tarea, para contribuir con el entorno, pero NO se vive para trabajar.
El castigo del Creador hacia Adam, de que comerá el pan con el sudor de su frente, de que deberá tener un duro esfuerzo para obtener rendimiento, no es en verdad un castigo, sino la lógica consecuencia de su accionar negativo.
Adam quiso obtener lo que no le correspondía por medio de una acción impropia, entonces, la consecuencia fue que a partir de entonces, hasta lo que le correspondía debería ser obtenido a través del esfuerzo.
Luego, cuando aprendió la lección y se terminó el período del castigo, esa ética del trabajo quedó impregnada en nuestra identidad como humanos.
Pero luego, entre las religiones y los explotadores, se usó esa ética para la dominación de los débiles, para esclavizar a los pueblos.
Es por ello tan radicalmente liberador el concepto del día del Shabat.
Debemos cuidarnos de la lógica del rendimiento y la productividad que intenta doblegarnos.
Sea desde el capitalismo o desde cualquier otro postulado social.
No debemos admitir que se use la dedicación al trabajo como mecanismo para someter la subjetividad de los individuos, llevándolos a someterse a un régimen de autoexigencia y autoexplotación que puede ser dañino para su salud física y mental.
El trabajo no hace personas libres, pero a través del trabajo podemos ayudar a liberar a los individuos y las sociedades.
El trabajo visto desde la óptica espiritual, que construye un mundo de SHALOM, desde dentro hacia fuera.
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