Con parashat Bereshit (“En el comienzo”) iniciamos el ciclo anual de lectura de la Torá. Cada semana, en todo el mundo, las comunidades judías leemos una parashá, una sección del texto sagrado. Así, durante un año recorremos toda la Torá, desde la creación del mundo hasta encontrarnos a un paso de ingresar a la Tierra Prometida para asentarnos en ella.
Cuando llegamos al final de la lectura, en Simjat Torá, volvemos inmediatamente a Bereshit. No porque “ya la terminamos”, sino porque el estudio de la Torá nunca se termina: cada lectura nos muestra algo nuevo, según quiénes somos y en qué momento de la vida estamos.
La creación: orden, sentido y responsabilidad
Bereshit cuenta cómo el Eterno crea el mundo en seis días (etapas) y descansa (deja de crear) en el séptimo. Luz, agua, tierra, vida, humanidad. Todo con medida y propósito. No es un relato de ciencia, sino de sentido: enseña que el mundo no es un accidente, sino una obra con dirección, y que el ser humano tiene un papel activo, no de espectador.
En la parsahá se nos pide, explícitamente e implícitamente, que tomemos conciencia de nuestro rol en el mundo, somos socios del Creador.
Adam y Java: libertad y consecuencias
La primera pareja de humanos viven de manera increíble, sin tener ninguna molestia, tampoco ninguna expectativa. Ellos reciben un jardín entero para disfrutar, pero con un límite: no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal; y un par de responsabilidades: cuidar y trabajar el huerto que es su hogar.
La historia que plantea en pocas líneas la Torá, no trata de que a un dios poco coherente le molesta que los humanos coman de una fruta, sino de elección. En la vida fácil del paraíso, las personas tienen que escoger, entre lo que es vida, y aquello que resta de la misma. Deben aprender que elegir es una cuestión constante e implica consecuencias.
Cuando rompen el límite, no son “castigados” como niños, sino que tienen que asumir las secuelas de sus acciones: ya no viven en un mundo de inocencia, sino en uno donde hay responsabilidades, ¡hay que responder! Y, por tanto, darse cuenta de lo que han quebrado con su conducta y entonces, ponerse a construir una mejor realidad.
Caín y Hevel: la sombra de la envidia
Los primeros hermanos de la especie huamana, Caín y Hevel, traen ofrendas al Creador. Una es aceptada, la otra no. En lugar de mejorar, Caín se deja dominar por la envidia y termina cometiendo el primer asesinato.
La Torá nos muestra así el primer conflicto humano: no entre pueblos, sino dentro del corazón de una persona. La historia narrada en cortas frases, elaborada luego por multitud de midrashim, contiene potentes enseñanzas, por lo que invito a indagar en buenas fuentes y continuar aprendiendo.
El diluvio anunciado: la corrupción del mundo
El relato avanza contando con rapidez las diez generaciones que separan a Adam de Noaj, esa época perturbadora, cuando la violencia y la injusticia llenan la tierra. Es una advertencia sobre qué pasa cuando la humanidad olvida que hay límites, valores y respeto mutuo. La sociedad se desintegra cuando la ética se apaga.
El diluvio no es sólo agua, es símbolo de caos: cuando todo se desborda, el mundo “se ahoga”.
El Eterno encontró en Noaj la persona que merecía, por sus acciones y potencial, ser el germen del nuevo intento de la humanidad, lo cual se continúa en la siguiente parsahá.
Reflexión final: volver al comienzo, pero mejor
Cada año volvemos a Bereshit porque volver al comienzo nos da la oportunidad de repensar cómo estamos usando la vida que se nos da. La creación sigue en marcha: cada acción justa, cada palabra buena, cada decisión ética, es una forma de continuar la obra del Creador.
Comparte este mensaje con tus allegados y anímalos a reflexionar sobre estos importantes temas. Involúcrate en iniciativas que promuevan la construcción de Shalom.
Sigue participan de este sitio sagrado, serjudio.com, y de nuestro canal https://www.youtube.com/@YehudaRibco.

https://youtube.com/yehudaribco