Haazinu para la comunidad sefaradí – el puente entre Iom Kipur y Sucot

En la tradición sefaradí, la música y la palabra no solo caminan juntas; danzan en una armonía que lleva siglos perfeccionándose. No es casualidad que Moshé, el maestro por excelencia, elija despedirse con un canto que atraviesa el tiempo. Haazinu es mucho más que un piyyut: es simultáneamente solemne y vibrante de vida, una composición que repasa con honestidad brutal la fidelidad inquebrantable del Eterno y los tropiezos humanos de Israel. Es, en su esencia más pura, un balance existencial: mirar hacia atrás sin nostalgia paralizante para caminar hacia adelante con sabiduría ganada.

Venimos frescos de Iom Kipur, esa jornada intensa de introspección sin autoengaño, limpieza interior y reencuentro auténtico con nosotros mismos. El eco poderoso de Haazinu resuena como una campana: «Escuchad, cielos, que voy a hablar», proclama Moshé con la urgencia de quien sabe que sus palabras deben perdurar. Es como si nos dijera directamente al oído: no permitas que lo vivido en profundidad durante el día del perdón se diluya y pierda en la rutina asfixiante de lo cotidiano. El trabajo verdadero de Iom Kipur no termina cuando termina el ayuno; apenas comienza cuando sales renovado a enfrentar la vida de todos los días.

Y casi sin tiempo para respirar, sin pausa para la comodidad, llega Sucot con su invitación irresistible. Pasamos del ayuno más solemne del año a la alegría comunitaria desbordante en la sucá. La pedagogía divina es cristalina en su sabiduría: después de purificarte en soledad, celebra en comunidad; después de mirar hacia el interior de tu alma, sal a compartir lo descubierto. Tomamos el lulav erguido y el etrog fragante, junto al fragante hadas y la humilde aravá, nos sentamos bajo un techo frágil de ramas que deja ver las estrellas, recordando con gratitud activa que el Eterno nos sostuvo en el desierto más inhóspito y nos sostiene hoy, especialmente cuando el mundo parece tambalearse en su fragilidad.

La tradición sefaradí entiende algo profundo sobre este tránsito: cada melodía ancestral que entonamos, cada piyyut que emerge de nuestras gargantas, lleva la sabiduría de generaciones que supieron encontrar belleza en medio de la adversidad. Nuestros sabios no separaron nunca el estudio de la música, la reflexión del canto, la solemnidad de la celebración.

Lleva conscientemente a Sucot toda la pureza que conquistaste paso a paso en Iom Kipur. Que el manojo de los arbat haminim no sean meros símbolos rituales que cumplir, sino recordatorios vivientes de que la alegría auténtica se cultiva con cuidado, de que la limpieza interior recién adquirida se transforma naturalmente en fiesta compartida. Haazinu nos recuerda algo fundamental: que la historia se canta para no olvidarse, que los pueblos que sobreviven son aquellos que saben convertir su dolor en melodía y su sabiduría en canto.

Nuestra comunidad sefaradí tiene un papel único e irreemplazable en ese coro milenario: somos el puente viviente que une la melodía profunda de la tradición con la vitalidad palpitante del presente. En nuestras voces se encuentran Sefarad y América, Jerusalem y Montevideo, el piyyut ancestral y la canción que hoy necesita nacer.

Que tu sucá resuene este año con la música de Haazinu, con esa canción que Moshé nos dejó para que nunca olvidemos quiénes somos.

Comparte este mensaje con tus allegados y anímalos a reflexionar sobre estos importantes temas. Involúcrate en iniciativas que promuevan la construcción de Shalom.

Sigue participan de este sitio sagrado, serjudio.com, y de nuestro canal https://www.youtube.com/@YehudaRibco.

Si este estudio te ha sido de bendición, agradécelo y difúndelo, y no olvides de colaborar con nosotros económicamente, que mucho se agradece:


https://serjudio.com/apoyo

VISITA nuestro canal en YouTube

https://youtube.com/yehudaribco

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x