¿Copió la Torá de los antiguos mitos?

En más de una oportunidad aparecen esos “iluminados” que quieren demostrar que la Torá es espuria.
Recurren a varios artilugios para “demostrarlo”, entre otros, a un argumento débil, pobre, sin textura, cual es identificar párrafos en historias similares relatadas en la Torá pero que fueron escritas mucho antes.
Así mencionan a la Épica de Gilgamesh acadio, con el rescatado UtanPishtim, aparentemente precursor del relato del Noaj/Noé de la Torá.
Relato de la creación acadia Enuma Elish.
Mitología babilónica variada.
El código de Hammurabi, como antecedente de las leyes mosaicas.
El mito del rey Sargón como precedente para la historia de infancia de Moshé.
Entre otras narraciones y sorprendentes similitudes.

Sobre estos temas ya hemos explicado en otras ocasiones cómo esos relatos no hacen sino confirmar lo que la Torá puso por escrito más tarde.
No es que la Torá copió nada a esas historias, sino que ambos relatos se refieren a un suceso que realmente ocurrió mucho antes de que fuera escrito, sea por los mitólogos antiguos o sea por Moshé dictado por Dios.
La diferencia fundamental entre los relatos antiguos y lo expuesto por Moshé, es que los relatos de los antiguos se mezclan con fantasías, creencias populares, manipulaciones de los autores; en tanto que la Torá es testimonio de “primera mano”, ya que el único testigo de todos los acontecimientos es el mismo que declara lo que es referido exactamente en la Torá.
Los acadios, babilonios y etc., contaban sus relatos matizados por sus creencias; el testimonio de la Torá es la palabra de Dios.
Que uno haya sido antes que el otro no resta el valor que amerita el testimonio directo, aunque posterior.
Recomiendo el re-estudio de este modesto texto: http://serjudio.com/rap301_350/rap344.htm y especialmente de este: http://serjudio.com/rap1651_1700/rap1669.htm y este otro: http://serjudio.com/creencias/la-evidencia-cruzada

Y sin ser de la Torá, muchas veces identifican la festividad hebrea de las luminarias (Januca), con las festividades romanas en honor a Saturno, u otros rituales paganos aparentemente anteriores a la aparición de Januca y que también celebran o se atemorizan por la llegada del invierno al hemisferio norte.
¿Podría ser cierto?
¿Será que un ritual pagano se coló dentro del judaísmo y se matizó para que pareciera tener un carácter judaico?

Estudiemos un pequeño trozo del Talmud y aprendamos a poner las cosas en su orden justo:

Después de haber pecado, Adám Harishon se percató de que el día era cada vez más corto, dijo: «¡Ay de mí! Tal vez porque he pecado el mundo se vuelve más y más oscuro y estamos volviendo al vacío original, y esta es la muerte que se decretó para mí desde el cielo.»
[Él no sabía que era el solsticio de invierno, que estaba entrando el invierno, con sus días más cortos y sus noches más largas y frías].
Inmediatamente se sentó y ayuno ocho días.
Cuando apreció que era la temporada de invierno, y vio que de a poco se alargaba el día, dijo: «Es la naturaleza del mundo.»
Entonces celebró luego otros ocho días.
Al año siguiente hizo ambos [ocho días del ayuno] y estos [los ocho días de celebración] como los días festivos.
Él estableció estos días para glorificar a los Cielos, pero los paganos establecieron idolatría a partir de ellos.
(Avoda Zara 8b)

Así pues, ¿quién estuvo antes, la celebración pagana, llena de mitos y falsedades, o el hecho fundacional relatado posteriormente por el Talmud?
¿Es Januca una celebración fundada en creencias paganas, o tiene una antiquísima raíz sagrada, desde el inicio de los tiempos?

Por tanto, confiemos en nuestra Tradición, sigamos tranquilos por la senda que nos han marcado nuestros mayores, que no estamos en religiones que buscan apropiarse de nada, no estamos envueltos en mitos oscurantistas, sino que andamos a la luz del Eterno.
Esto no es impedimento para preguntar sanamente, para criticar, para estudiar y analizar, para no dejarse llevar ciegamente.
Tenemos la obligación de ser “completos”, por lo que cada aspecto de nuestro ser debe integrarse en nuestro quehacer de santidad: pensamiento, sentimiento, acción, solidaridad, adhesión al Eterno.
Por lo cual, la confianza no es sinónimo de fanatismo o “fe en absurdos”, pero sí en la esencia pura del judaísmo y de los mecanismos que se han implementado para preservarla.

¡A construir shalom!

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