«חֲנֹ֣ךְ לַ֭נַּעַר עַל־פִּ֣י דַרְכּ֑וֹ גַּ֥ם כִּֽי־יַ֝זְקִ֗ין לֹֽא־יָס֥וּר מִמֶּֽנָּה:
Instruye al joven de acuerdo a su propio camino; y aun cuando sea viejo, no se apartará de ella.»
(Mishlei/Proverbios 22:6)
Ante todo, presta atención al final de la frase donde dice “de ella”.
¿De qué “ella” no se habrá de apartar esa persona cuando llegue a anciano?
Podría ser no apartarse del “propio camino” que es mencionado antes, pues en el hebreo original camino es tanto masculino como femenino.
Pero en este proverbio inspirado en particular el “de ella” está haciendo referencia a otra cosa, no al camino propio del niño.
Está hablando de la enseñanza con la que se instruirá al joven, de acuerdo a su forma de ser.
Es de esa enseñanza de la cual el joven, devenido en mayor, no se apartará.
Es un trabajo que requiere esfuerzo, paciencia, dedicación, constancia, objetivos, humildad, amor, respeto, flexibilidad, aprendizaje para instruir al hijo desde el nacimiento en camino a la perfección posible.
Que sea instruido en pensamientos, acciones y emociones.
Porque el hábito es una segunda naturaleza que se forma de la repetición de ciertas conductas o actitudes.
Con el hábito la respuesta queda automatizada, lo que facilita muchísimo en varios aspectos, además de ahorrar montón de energía al cerebro para procesar situaciones y elaborar respuestas.
Es un mecanismo fantástico que el Diseñador puso en los seres vivos, entre los cuales nosotros.
El problema es cuando esa reacción que se aprendió se convierte en un set limitado de herramientas para resolver situaciones que se presenten. Como si solamente tuviéramos un martillo y quisiéramos solucionar cada asunto usándolo, sin recurrir a ninguna otra herramienta ni procedimiento.
Sin dudas esta limitación no resulta favorable.
Pero además, puede ser un hábito negativo, que aumenta las dificultades en lugar de servir para la resolución.
Por lo cual, el consejo dado por el inspirado autor es de muchísima más importancia, cuando tenemos en consideración esto.
Pues, la enseñanza debe ser la apropiada y además ser de acuerdo a la naturaleza del niño.
No imponer mecanismos artísticos al chico racional.
No pretender que el emocional aprenda a través de complejos modelos científicos.
Que el simple no sea aplastado por fórmulas súper abstractas.
¿Se comprende?
No porque el niño sea limitado, sino porque no se está conociéndolo ni respetándolo.
Ya tendrá, quizás, oportunidad para ampliar sus predilecciones, aficiones, afinidades, etc.
Pero si no tiene esa oportunidad, que sea feliz en lo que ha podido especializarse.
Cuando podemos encontrar el camino del joven para ayudarlo a transitarlo, él avanzará con amor y pasión, comprendiendo y asumiendo con responsabilidad lo que es acorde a su personalidad.