Desde sus inicios, el judaísmo ha sido un ejemplo vivo de unidad dentro de la diversidad. Originalmente, trece tribus conformaban el pueblo de Israel, cada una con sus propias costumbres y tradiciones. Sin embargo, todos estaban unidos por elementos centrales de nuestra fe y nuestra identidad, como la Torá, las festividades y los principios éticos.
Las Trece Tribus de Israel
Las trece tribus de Israel, (incluyendo la de Leví, que no tenía provincia), cada una tenía sus propios territorios, líderes y prácticas específicas. Por ejemplo, la tribu de Leví fue dedicada al servicio del Templo y no poseía tierras propias, mientras que la tribu de Yehudá se destacó en liderazgo y realeza, siendo la línea de donde descendieron los reyes David y Salomón. A pesar de estas diferencias, todas las tribus se unían para celebrar festividades comunes como Pesaj, Shavuot y Sucot, peregrinando al Templo en Jerusalén.
Pluralidad en la Diáspora
Con el tiempo, las tribus dejaron de ser el foco principal debido a los casamientos entre tribus, la consolidación de reinos centrales y especialmente a la dispersión del pueblo judío a causa de la perversidad de los conquistadores. A lo largo de la historia, el judaísmo ha florecido en diversas comunidades alrededor del mundo, cada una desarrollando sus propias prácticas y costumbres únicas.
- Judaísmo Asquenazí y Sefardí: En la Edad Media, los judíos se asentaron en diferentes partes de Europa y el mundo islámico, formando comunidades asquenazíes en Europa Central y Oriental, y comunidades sefardíes en la Península Ibérica. Los asquenazíes desarrollaron tradiciones litúrgicas y culturales únicas, como el uso del yidish y la cocina asquenazí, emparentada con los climas y costumbres de los países que aquellos ancestros habitaban. Los sefardíes, por su parte, conservaron tradiciones litúrgicas diferentes, hablaban ladino y aportaron una rica herencia musical y culinaria, típica del mediterráneo, el norte de África, Turquía o la península ibérica.
- Judíos de Etiopía (Beta Israel): Los judíos etíopes, conocidos como Beta Israel, desarrollaron prácticas únicas que se mantuvieron separadas del resto del mundo judío durante siglos. A pesar de sus diferencias, fueron recibidos y acogidos en Israel, reafirmando la unidad del pueblo judío.
- Judíos Mizrajíes: Los judíos que vivieron en el Medio Oriente, conocidos como Mizrajíes, también desarrollaron sus propias tradiciones. Por ejemplo, las prácticas y canciones de Shabat en Irak y Yemen difieren significativamente de las de otras comunidades, pero todas celebran el día sagrado de shabat, así como el resto de las festividades y tradiciones de la Torá.
Unidad a Través de la Torá y las Festividades
A pesar de las diferencias culturales y regionales, ciertos elementos han unido siempre al pueblo judío. La observancia de la Torá y la celebración de las festividades han servido como puntos de convergencia.
- Torá: el rollo de Torá con su texto permanece inmutable y con diferencias imperceptibles a lo largo y ancho del mundo y con el paso del tiempo.
- Pesaj: Durante Pesaj, los judíos de todo el mundo se reúnen para celebrar la libertad y la salida de Egipto, compartiendo el seder, aunque los platos pueden variar según la tradición local. La matzá es un alimento siempre presente, así como la abstención del jametz.
- Sucot: En Sucot, la mudanza a pequeñas chozas de origen natural, es una práctica compartida que refuerza la unidad espiritual.
- Yom Kipur: El día más sagrado del calendario judío, Yom Kipur, se observa con ayuno y oración en todas las comunidades, uniendo a los judíos en la reflexión y el arrepentimiento.
Por supuesto que esto son solo algunos ejemplos, de la enorme diversidad y unidad que hace a nuestro milenario y eterno pueblo.
No hablamos aquí de corrientes de práctica de la tradición con origen más reciente, ni las cualidades que surgieron con el retorno a la tierra de Israel, pero sepamos que la diversidad caracteriza a nuestra gran familia, que si bien puede estar agrietada, sigue siendo unida.
La Unidad en la Diversidad: Una Fuente de Fuerza
La capacidad del pueblo judío para mantener la unidad a pesar de la diversidad es una fuente de fortaleza e inspiración. Esta pluralidad nos permite enriquecernos mutuamente con diferentes perspectivas y prácticas, manteniendo una identidad común.
La historia del judaísmo es un testimonio de cómo la diversidad dentro de una comunidad puede ser una fuente de riqueza y vitalidad. Celebramos nuestras diferencias sabiendo que, en el corazón, somos una sola comunidad, unida por nuestra identidad como una gran familia, nuestras festividades y nuestros valores. Que nuestra capacidad de mantenernos unidos en la diversidad siga siendo una fuente de fuerza e inspiración para todos nosotros.
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