Sabios de diversas épocas han mostrado que el universo tiene bastante más que 5773 años de existencia (al día de la fecha).
Sin embargo, hay personas que se siguen aferrando a un literalismo (poco literal) del texto de la Torá y hacen de la juventud del mundo un “principio de fe” al que se niegan a renunciar.
Diversas y elucubradas soluciones presentan para desestimar las evidencias que aportan las ciencias, así como la racionalidad; como si la antigüedad del mundo pudiera afectar en algo la grandeza del Eterno o lo majestuoso de su acto de continua creación.
Veamos algunas de las referencias de los sabios.
Ibn Ezra, en su comentario a Vaikrá/Levítico 25:2, al discutir sobre la Shemitá como ciclo sabático, cuando la Torá dice “reposo (Shabat) para el Eterno", el sabio explica: “Es un secreto acerca de la edad del universo que está aludido aquí”.
Aunque en el mismo sitio, el Ramban, comenta que el secreto está relacionado a cómo guardar el precepto de Shemitá refuerza la confianza de la persona en el Eterno y en Su poder. Tal sería ese secreto y no algo relacionado con la cuenta del tiempo de la creación. Sin embargo, el mismo Ramban en su comentario a Shemot/Éxodo 21:2, (donde también se trata el mandamiento de Shemitá y el significado de los siete ciclos), dice: “Y el siete fue elegido para días, para años y para Shemitá pero todo ello trata de otro asunto, el cual es el secreto de la edad del universo”, del tiempo transcurrido entre lo que se relata desde “Bereshit” hasta el pasaje del “Vaijulu”.
Entonces pues, hay algún asunto que permanece velado y que refiere a la edad del universo.
Probablemente sepamos darnos cuenta de que el mundo es muchísimo más antiguo que 5773 si reconocemos cuánto tiempo pasó durante el trabajo de la creación.
¿Cuánto tiempo representan esos seis “días”?
Atendamos a este pasaje del Talmud(TB Sanhedrín 38b), en donde el Rabbí Iojanán bar Jananiá dice que el sexto día de la Creción estuvo dividido en doce etapas, entre las cuales: "… séptima: se emparejó con Javá; octava: dos fueron a la cama y cuatro salieron; novena: le fue ordenado no ingerir del árbol; décima: pecó; undécima: fue juzgado: duodécima: fue echado". Ciertamente, no eran días “normales”, pues se nacía, apareaba, procreaba, se desplegaba vidas enteras en un solo “día”.
Ciertamente, no eran de 24 horas en el relato de la creación.
Así, aquella semana es un período mucho más extenso, que incluso puede tener la duración que hace encajar perfectamente los números que da la Torá y que brindas los estudios científicos modernos, como ya veremos.
Sin dudas que no fueron 24 horas por jornada, como bien informa el mismo Ramban, en su comentario a Bereshit/Génesis 2:3, donde asimila cada día de la creación a ese tiempo milenario que menciona el salmista en la contabilidad divina: "Pues mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó" (Tehilim / Salmos 90:4). Sabemos que mil años, al igual que cuando se menciona, por ejemplo, “siete veces setenta”, o incluso solamente “siete”, no siempre es literal, sino una forma de expresar una gran cantidad.
Atendamos al sabio rabino Aryeh Kaplan (comentario al “Sefer Yetzirah”, publicado por Weiser, 1997, page 186): “De acuerdo al maestro cabalista, Rabí Isaac de Acco, cuando son contados los años de ese ciclo, uno no debe usar el año físico ordinario, sin el año divino (Otzar Jaim 86b). El Midrash (Bereshit Rabbah 8:2, Zohar 2: 145b, Sanhedrin 97a) dice que cada día divino es de mil años, basado en el verso “pues mil años son delante de tus ojos como el día de ayer”. Dado que cada año contiene 365,25 días, un año divino sería de 365,250 años de extensión. De acuerdo a esto, cada ciclo de siete mil años divinos debería consistir en 2,556,750,000 años terrestres. Esta cifra de 2,5 mil millones de años es bastante cercana a la que los científicos estiman es la extensión de la vida en la tierra. Si asumimos que el ciclo de siete años comienza con el relato de la creación de la Torá, entonces el comienzo fue hace unos 15,340,500,000 años atrás. Esta es una cifra muy cercana a la que los científicos estiman que dio comienzo a la expansión del universo, hace 15 mil millones de años atrás”.
El rabino erudito Samson Rafael Hirsch (Collected Writing, volume 7 (New York: Feldheim, 1992), page 57), nos enseña: “La Torá no describe cosas en términos de verdad objetiva, que es conocida solamente por Dios, sino en términos comprensibles por el hombre… La Torá emplea el lenguaje humano cuando habla de “que el sol se eleva o baja” y no de la rotación de la tierra, tal como Copérnico, Kepler, y otros científicos del estilo, en sus palabras y escritos hablan de la ascensión y descenso del sol sino por ello contradecir verdades que ellos derivan de sus propias conclusiones científicas. El lengua del hombre, que es el lenguaje de la Torá, describe los procesos y fenómenos de la naturaleza en términos de la impresión que causan en los sentidos humanos, sin por ello perjudicar en modo alguno los descubrimientos de investigaciones científicas.”
Dicho en breve, la Torá no pretenda ni intenta ofrecer conocimiento objetivos, exactos, de referencia científica, sino expresar ideas espirituales, indicar modos de vida correctos, para lo cual emplea el lenguaje cotidiano y con nociones acordes a los conocimientos y creencias de aquellos que fueron sus receptos originales.
De poco o nada le hubiera servido a los antepasados judíos bajo el monte Sinaí ser sumergidos en un océano de conceptos y datos científicos que para ellos eran irrelevantes e incomprensibles, más bien precisaban que el mensaje fuera claro y les hablará a su corazones directamente.
Así pues, es correcto decir que el sol gira alrededor de la tierra, por supuesto que no desde el punto de vista de la ciencia tal como la conocemos, sino desde el punto de vista del observador. Es correcto decir que el mundo tiene 5773 años, si allí se encuentra el primer ser realmente humano, es decir, un ser vivo dotado de la dimensión espiritual, aunque el hecho cierto es que el universo tenga decenas de miles de millones de años. Es el Midrash, Vaikrá Rabbah 29:1 quien nos testimonia que Rosh HaShaná es el cumpleaños del hombre y no del universo, cuando describe las “doce horas” en las cuales el primer humano fue creado, desde que fue una idea en la “mente del Eterno” hasta que fue expulsado del Edén. Todo ello en aquel primer Rosh HaShaná, con el universo ya en existencia hacía mucho.
¿Te das cuenta que esto también explica la presencia de especies similares al ser humano, pero diferentes en un aspecto fundamental: el espíritu?
Atiende a las palabras del enorme Maimónides: “Tú sabes que cualquiera que no tenga esta forma (espíritu) que describimos no es un hombre, sino un animal con la forma y apariencia de un hombre, pero dotado de la facultad, que no tienen los demás animales, de causar toda clase de daños y males; porque el intelecto y la razón que le estaban destinados para alcanzar una perfección que le ha sido inasequible, los emplea para omnímodas maquinaciones malignas, resultando, en consecuencia, algo semejante al hombre o su parodia.” (Moré Nebujim 1:7).
Así pues, podemos reconocer que ambas cuentas son correctas.
La tradicional que reconoce solamente 5773 desde la aparición del hombre como tal, y no desde el punto cero de la creación; y los miles de millones de años que refieren a la edad real de nuestro universo.
No se contradicen, no se contraponen, no se choca la Torá con la ciencia, sino que se complementan.
Pero, no nos quedemos solo con esto. El Talmud (Shabbat 88b) nos informa que “la Torá estuvo resguardada por 974 generaciones antes de que el mundo fuera creado”. Es decir, existió un tiempo muy extenso antes de este mundo que nosotros habitamos. Es un hecho físico que el tiempo solamente existe cuando existe espacio, ambos son inseparables. Por tanto, antes de que este universo existiera, ya existió al menos otro anterior. Lo que indudablemente dará a la creación del Eterno un lapso inmensamente mayor a casi 6000 años. Una idea similar queda expresada en otra porción del Talmud, Jaguigá 13ab, pero allí se da a entender que existieron seres vivos, incluso quizás poseedores de neshamá, tales como solamente los humanos tienen en el mundo.
Presta atención al Midrash nuevamente (Bereshit Rabbah 3:7): “Órdenes de tiempo existieron antes de la creación. Rabbí Abahu decía: “Dios creó mundos y los destruyó, hasta que Él creó este mundo y dijo que era “muy bueno””. Al respecto el Oraj Jaim (Rab Israel Lipschutz) dijo al respecto de hallazgos paleontológicos (restos de bestias prehistóricas gigantes): “…de todas estas evidencias es claro (y cita cabalistas, el Talmud, rabeinu Bejaie, Ramban, Ibn Ezra) que el mundo fue destruido y renovado una y otra vez, al menos cuatro veces…”.
Sí, sin dudas podemos coincidir con aquellos exégetas mencionados al comienzo del texto, hay cuestiones secretas, que no han llegado con claridad a nuestro conocimiento, pero que gracias a rastros en la Tradición, así como gracias a los descubrimientos de la ciencia, ahora es posible ir develando. No son secretos que en la práctica cambien un ápice nuestra vida.
Tal como en el hecho que un hombre sea el hijo de sus padres, y el patrón de sus obreros, y el ciudadano de su país de residencia, y no hay en ello contradicción alguna, lo mismo la Torá y la ciencia. Ya que cada una habla en otro ámbito. y si bien existen intentos (muy estéticos por cierto) de paralelismo y conjunción de la Torá y la ciencia, tal como el libro «Hamapaj» del R. Zamir Cohen en nuestros días, reduce y empequeñece la luz de la Torá. Se podría decir que la ciencia nos ayuda en ciertos aspectos… Read more »
cierto, sin embargo hay gente q toma a la tora y los sabios como si fueran la unica fuente posible de conocimiento cientifico y niegan los hechos q provienen del conocimiento fuera de ella.
es lamentable, pero cierto
interesante seria tener una cita concreta del rav kook, que tiene al respecto escrito y con claridad y autoridad.
podrias publicarla netanel? gracias
arpelei Toar pag. 40
maamre hareia «leajduto shel harambam», pag 110
orot hakodesh 1:6
orot hakodesh tomo 2, pag 541.
en estos días estoy muuuy ocupado, pero bli neder espero poder hacer algo antes de shabat.
El Rab sherky dijo una vez en nombre del Rab Ashkenazi: los «jilonim» están influenciados por el tarbutmaarabit, y los datim por el dat maarabit. Esto responde muchas incongruencias en la «actual» ortodoxia, pero una vez que volvimos a nuestra tierra, nuestra lengua, debemos volver a las fuentes y limpiar lo que no es nuestro…
hay algo q no sea nuestro?
no se si lo pegunto irónicamente o con seriedad. Suponiendo que fue en serio, si! por supuesto! el itnatkut ben jomriut lerujaniut, muchos conceptos de asagat elokiut, la concepción del tafkid del mashiaj, la concepción de la guehula, muchos minaguim, muchos entendimientos de diferentes partes del Tanaj, etc. Y también hay diferentes conceptos un poco olvidados, con telaraña que hay que sacar a la luz. Ya que por decirlo asi en el iaadut hay un otzar de raaionot que dependiendo de las necesidades del dor se deben sacar y enseñar. Un ejemplo de esto: en el actual judaísmo ortodoxo hay… Read more »
esa es una forma de verlo. hay otras.
No se exactamente sobre que punto dice q hay diferentes formas de verlo, pero si es verdad que en muchas cosas hay diferentes posturas o perspectivas, las hay validas y no tanto, hay que ver cada una y una. Pero todo lo que escribi arriba es mitorato shel harab kuk.
me pregunto si alguna ves el humano con espiritu conbibio con otro sin espiritu o nendrental o si desendemos de ellos?
de acuerdo a la antropología sí, de hecho el homo sapiens, que se supone somos, convivió con otras especies homini
Gracias , indagando sobre el tema encontre tambien hominidos en estado infantil enterrados en forma ritual,¿que los impulsaba a los rituales o a la busqueda de la deidad si no tenian espiritu?
ni la religión es espiritualidad ni la creencia en dios o dioses
gracias aunque creo que quede igual jijiji