El bebe cuenta con unos recursos naturales muy limitados para llamar la atención y ser auxiliado en caso de sentir impotencia.
Gritos, pataleo, llanto así la persona encargada de su cuidado puede advertir que el niño está necesitando de alguna cosa.
Depende del adulto darse cuenta y obrar con entendimiento para proveer sanamente y satisfacer al niño.
Cuando ello no ocurre, se acrecientan las señales de alarma, es decir, grita más fuerte, los pataleos aumentan en frecuencia y fuerza, el llanto recorre el rostro.
Pero, puede suceder que igualmente el niño no reciba asistencia, entonces hay un mecanismo también natural que lleva a que el infante se desconecte de la realidad. A su edad eso generalmente implica dormir, como un método de ahorro de energía y además cortar la sensación displacentera que le abruma.
Todo esto es natural y no puede considerarse que el niño es malo (aunque moleste a los adultos), ni que sea manipulador (aunque si tuviera otros recursos para enfrentar la impotencia esto sí pudiera aplicar).
El niño hace lo que el niño puede.
Cuando una conducta se repite varias veces va formando un hábito, el cual es como una segunda naturaleza.
Por lo cual, el niño sin saberlo (así como aquellos que le rodean) están desarrollando hábitos a partir de estas reacciones naturales que mencionamos más arriba.
El llanto, grito, pataleo y desconectarse si bien son reacciones instintivas (de lo que llamamos EGO), de a poco vas construyendo una manera de reaccionar ante los obstáculos que aparezcan.
Esto quiere decir que, habiendo incorporado otras respuestas, igualmente el niño (ya no bebe) inconscientemente reacciona desde el EGO y no con las conductas más adaptativas.
Por ejemplo, en el jardín de infantes el niño se topa con una frustración inesperada: un compañerito agarra el juguete que él había estado usando. Reacción automática (del EGO) será llanto, grito, pataleo; tanto por su constitución natural como por el hábito que construyó.
Quizás cueste ver la diferencia entre lo instintivo y lo habituado, ¿nos importa en este punto hacer esta separación?
El hecho es que cuando se tiene opciones de respuesta, igualmente la reacción es la que corresponde al EGO.
En el ejemplo que dimos del niño al que le tomaron el juguete, ¿qué opciones podría haber?
Hablar con el otro chico, pedirle a la maestra, jugar con otro juguete, esperar a que el otro deje de jugar y retomar él, compartir el juego con el otro, y no sé cuantas otras opciones.
Pero, desde el EGO la reacción automática/habituada fue la que mencionamos antes, que conlleva más impotencia, conflicto, amargura, enojo, disputa, y no muchos resultados positivo que podamos apuntar.
La cosa se complica más cuando el niño va creciendo y tomando conciencia de otras herramientas a su disposición, aprende nuevas conductas, pero quedan bajo el mando del EGO.
Entonces, el diálogo se cambia por declaraciones pedantes o manifiestos que parecen aportar a los derechos humanos y la justicia, pero no son otra cosa que EGO disfrazado.
O se emplean los trucos de la manipulación emocional, con dulzura o fiereza, con destreza o torpeza, pero haciendo gala de EGO en lugar de apuntar al SHALOM.
O se corta el lazo con la realidad, y se emborracha, o miente, o defrauda, o hurta, o se droga, o se suicida, o…
Imaginemos (o veamos a nuestro alrededor) el trabajo del EGO, la violencia por todas partes, la falta de comunicación, la incomprensión, la manipulación, la inseguridad entre otras manifestaciones del mismo que pueblan nuestro mundo.
¡Y cómo se sufre estando el EGO a cargo!
Aunque se inventen maneras para desconectarse de la realidad, ésta sigue estando presente y activa.
Es necesario no solamente enseñar conductas saludables a los niños, sino también aportarles a su fortaleza emocional, lo que permitirá una mayor posibilidad de responder construyendo SHALOM que reaccionando desde el EGO.
Porque los procedimientos y técnicas por sí solos no son suficientes, ya que si se está débil en lo emocional, el EGO secuestrará lo mental y usará las herramientas para sus fines.
Pero si uno ha educado a sus hijos en la destreza emocional pero carecen de instrumentos prácticos, entonces el joven buscará subsanar sus carencias desde el SHALOM y no desde el EGO.
Viendo lo cual, ¿no sería imprescindible que en las casas y en las escuelas se enseñara acerca de la inteligencia emocional y se proveyera de elementos que ayuden a los niños a ser fuertes en ese aspecto?
Más que contenidos intelectuales o competencias técnicas, estaría haciendo falta una educación emocional. Donde se deja al EGO actuar en el área que le corresponde y se preserva la mente de sus injerencias inadecuadas.
Esto daría como consecuencia personas más integradas, plenas, felices, colaborativas, responsables, atentas, solidarias, que aportan al bienestar personal y colectivo.
Pero, mientras se priorice y hasta idealice los contenidos y las prácticas técnicas, dejando de lado o en la inexistencia el entrenamiento emocional, seguiremos en sociedades con personas consumistas, aburridas, repetidoras, amargadas, violentas, adoctrinadas por el EGO.