"…שאל אביך ויגדך זקניך ויאמרו לך”
(Devarim/Deuteronomio 32:7)
Enseñamos muchas veces acerca del valor de la pregunta.
Enseñamos a preguntar, a no quedarnos con el preconcepto, con la idea repetida, con el lema, con seguir a la masa.
Enseñamos que la pregunta es una forma de ejercer la libertad y de hacernos libres de cadenas, en principio de las del EGO con sus agresiones y falsedades.
El esclavo no pregunta, repite, grita, llora, afirma, se queja, insulta, apresa, inmoviliza, memoriza, ritualiza, hiere y mata muriendo.
El EGO no quiere que formules preguntas verdaderas, sino que seas una persona oscura, ignorante, necia, que repite de memoria, que rechaza el pensamiento, que se resiste al cambio positivo, que huye de lo que le puede llevar a despertar si conciencia.
Entonces, las preguntas son sometidas a escarnio, a silencio, a excomunión, a burla, a ridículo, a cualquier forma de agresión para mantenerlas apartadas y enmudecidas.
Pero también, una estrategia muy astuta del EGO es incentivar a que sean dichas ciertas preguntas, que no son tales en realidad. Son afirmaciones entre símbolos de interrogación, o violencia encubierta, o más de lo mismo pero con apariencia de redención. Es que, con hábil maldad, no hay peor cárcel que aquella que simula ser libertad.
En la tradicional fiesta de la libertad, que es Pesaj en el pueblo judío, las preguntas tienen un rol central.
Como ya lo hemos explicado en numerosas ocasiones, es suficiente ahora solamente recordarlo.
En la típica celebración judía de la noche de Pesaj son leídos unos párrafos muy interesantes, que te transcribo a continuación:
Bendito es Dios, bendito es Él. Bendito es quien entregó la Torá a Su pueblo Israel. Bendito es Él.
Referente a cuatro hijos habló la Torá: uno sabio, uno malvado, uno simple y uno que no sabe preguntar.
El sabio ¿qué es lo que dice?: "¿Qué son estos testimonios y leyes y reglas que les ordenó Eterno, nuestro Dios, a ustedes?" (Devarim/Deuteronomio 6:20). Entonces tú también le dirás las leyes de Pésaj: no se debe comer después del sacrificio de Pésaj ningún alimento.
El malvado ¿qué es lo que dice?: "¿Qué es todo este ritual para ustedes?" (Shemot/Éxodo 12:26). "Para ustedes" – y no para él. Y por cuanto que se excluyó de la comunidad negó lo principal. Entonces tú también muévele los dientes y dile: "Por esto, es que Dios hizo por mí, cuando salí de Egipto" (Shemot/Éxodo 13:8). "Por mí" – y no por él. Si hubiera estado allí no hubiese sido redimido.
El simple ¿qué es lo que dice?: "¿Qué es esto?" (Shemot/Éxodo 13:14). Y tú le dirás: "Con mano fuerte nos sacó Dios de Egipto, de una casa de esclavitud" (Shemot/Éxodo 13:14).
Y al que no sabe preguntar, tú lo motivarás. Como está escrito: "Y le relatarás a tu hijo en ese día diciendo: Por esto es que Dios hizo por mí, cuando salí de Egipto" (Shemot/Éxodo 13:8).
Referente a CUATRO hijos habló la Torá, no a tres, no a cinco, sino a cuatro.
El sabio, aquel que sabe porque ha leído y acumulado datos.
El malvado, que es una persona con ánimo rebelde, inquieto, que no desea mantenerse apegado a su tradición.
El simple, que le dicen y recibe con simpleza.
El que no sabe preguntar, que es un misterio realmente el porqué es así. ¿Es indiferente? ¿Pasivo? ¿Ausente? ¿Tonto? ¿Irracional? ¿Temeroso hasta de preguntar? ¿Aún pequeño? ¿Sometido? ¿Silenciado por sus padres? ¿Esclavo? ¿Negador? ¿Pasivo agresivo? ¿Afirmador de sus propios lemas? ¿Sufrió tanto que ya no tiene fuerzas para preguntar? Varias son las conjeturas, a veces mencionamos unas, otras veces otras, es que es un misterio para nosotros poder identificarlo cabalmente.
Quisiera ahora relacionar esto brevemente con un texto que escribimos un corto tiempo atrás, en el cual mencionamos cuatro conductas/actitudes de los padres que llevan a sus hijos a callar sus preguntas, a esconderlas, a olvidarlas y finalmente a no preguntar.
Se adiestra a borrar la capacidad de preguntar por medio de:
- Violencia, física, verbal, real, simbólica, concreta, amenazas, etc.
- Mentiras, engaños, falsedad, etc., que más pronto que tarde el niño percibe como tales y le hace perder la confianza en sus padres/adultos.
- Dando al niño información de contenido correcto pero inapropiada para su edad, comprensión, madurez, capacidad intelectual/emocional que lo lleva a sentirse tonto, incapaz, inadaptado, poco listo, abrumado, etc.
- Callando al niño al saturarlo con “entre-tenimientos”, diversión, actividades, de modo tal que no hay diálogo, ni interno ni con el otro.
Te recomiendo que leas el texto, si quieres comprender mejor estas cuatro modalidades, con mayores detalles y con ejemplos.
Según nos parece ver, estos cuatro se corresponden perfectamente con los cuatro hijos mencionados en la Torá y descritos en el ritual de la noche de Pesaj.
Es nuestra idea, nos sirve para pensar, para mejorar nuestra conducta, si te sirve a ti también, me alegro mucho.
Veámosla rápidamente.
El sabio, probablemente fuera el niño sometido a información desproporcionada para su momento. Los adultos le brindaban “la verdad” sin considerar cuanto podría él absorber, cuanto bien le haría, sin respetar sus tiempos y procesos. El problema no estaba en él, sino en lo que le ofrecían los adultos, que era como dura carne para un niño de pecho al cual solamente habría que alimentar con leche materna. ¿Cómo esperar que se nutra si no tiene aún la madurez y la capacidad apropiada? Así aprendió que los “grandes” eran inteligentes, solo ellos sabían, solo en ellos se podía confiar; pero él, él era un pobrecito, incapaz, un poco lento de comprensión, al cual le daban en bandeja regalos de sabiduría para los cuales no tenía aptitud ni talento.
Entonces se esmeró por hacer un buen papel ante los mayores. Era el alumno que traía siempre la tarea, sea acordaba de cada detalle, repasaba las lecciones para no perder ni una letra a la hora de recitarlas de memoria, revoloteaba en torno a sus maestros para halagarles, buscaba la perfección para “aparentar” esa inteligencia que sentía no tener pero que le era imprescindible para supuestamente obtener el cariño y respeto de los mayores. Por ello, cuando alguna vez las calificaciones en el colegio no eran perfectas, cuando alguien le señalaba algún error, estallaba en confusión, llantos, quejas, reclamos, odio… es que su vida depende de parecer perfecto, de parecer inteligente, de parecer amoroso, porque siente que si no lo es perderá rápidamente todo, especialmente a los adultos que tanto ama pero que le hacen sentir incorrecto si no llega a la perfección.
¿Entiendes el tremendo drama de este chico “perfecto”?
Se hunde en terrores de solo imaginar que no es tan inteligente, ni sobresaliente, ni brillante, ni ordenado, ni… el más mínimo desliz es la demostración suficiente de su incapacidad, de su estupidez, de que no vale nada, NADA. A ese punto llega el pobre, que no pregunta en realidad lo que desea para aprender, sino solamente para agradar al adulto.
En ello pasa su tiempo, en aparentar para agradar.
Sin dudas es “sabio”, porque se tragó libros y páginas de internet, pero no se siente sabio (a no ser que tenga problemas muy graves y el personaje se haya comido a la persona), sino que es un actor en la vida real. Pero no es sabio, ni feliz, ni tiene tranquilidad o armonía. Habría que ayudarlo a romper un poco los esquemas, a olvidar un rato, a ensuciarse con helado la falda, a correr bajo la lluvia, a dormirse y llegar tarde un día al colegio… algo para que disfrute el error que le dará libertad.
¿Quieres que tu hijo sea así?
¿Eres tú así?
Porque de los cuatro hijos en principio parecería ser el ideal, pero al poco de analizarlo desde esta perspectiva (no desde otra, de ésta), no es tan favorable lo que percibimos.
El rebelde ha sido el hijo sometido a algún tipo de violencia para negarle la posibilidad de preguntar. En su momento quiso preguntar, pero lo callaron, por las buenas o por las malas. Con amenazas, golpes, castigos, intimidación, falta de paciencia, “shhhh, quiero ver el partido/informativo en la tele”, “los chicos no hablan cuando los grandes conversan”, “esas cosas no se dicen”, y asuntos por el estilo. En su momento no tuvo más remedio que callarse o ser apaleado de alguna que otra forma. Por ahí aprendió bien la mala lección y se guardó sus palabras y dudas, hasta olvidar como era eso de preguntar. O por ahí cuando creció y tuvo un poco más de fuerza física, y sus mayores ya no le podían atemorizar tanto, entonces su deseo de preguntar estaba atrofiado, mal formado, desencaminado. Dispara preguntas pero no para obtener claridad, sino como instrumento de manipulación/agresión. No quiere saber, no le interesa sacarse dudas o llegar a cierta comprensión, sino tan solo atacar entre signos de interrogación.
Podemos tener cierta consideración por esta conducta al saber de su (tal vez) sufrido pasado, pobre niño que fue víctima de otro tipo de abuso, sin embargo, esa consideración no es en modo alguno permiso para que sea violento, irrespetuoso, sádico, malvado. El límite debe ser claro y tolerar la maldad no es contribuir con su mejoramiento o libertad, ni con el establecimiento del shalom en el mundo.
El simple, pensamos que es el niño que era engañado por sus padres. Le hacían creer en magia y superstición, en poderes y encantamientos, en cualquier cosa que viniera a gusto y favor de los padres. Probablemente se dio cuenta, conscientemente o no, de que le estaban timando sus propios padres, abuelos, clérigos, maestros, con todas las fantasías, mitos, cuentos huecos pero consagrados como santos, y para no sentirse terrible (disonancia cognitiva) pasó él también a formar parte del rebaño de los que dejan de preguntar para aprender y se convierte en los que repiten rituales y lemas para no sufrir. Pregunta a sus mayores para que le digan qué hacer, cómo actuar, qué pensar, qué odiar, a quién amar, qué rezar, qué quiere, quién es. Pregunta para NO saber, pues si sabe sufre. Es simple, porque si se complica en el camino de la libertad siente que estropeara esa precaria estabilidad en la que se encuentra. Es una ovejita más, propicia para cualquier pastor ignorante y ladrón que le quiera manipular. Es un religioso más, de cualquier religión, que hasta cuando quiere ser libre decide someterse a la vieja y conocida mentira.
El que no sabe preguntar, que como dijimos es para nosotros un misterio cómo definirlo, encaja en aquel niño que fue puesto en el limbo por sus padres. La tele fue su amiga y maestra, o las redes sociales, o las consolas de juegos, o los amigotes de la calle, o vaya uno saber quien. Pero encajonado para que no moleste, obturado, enmudecido, empaquetado, que no dé señales de vida y entonces todo está bien. Entonces, no pregunta y es un misterio para nosotros… A mí me da pena y al mismo tiempo mucho temor, ¿qué estará pensando, sintiendo, queriendo hacer?
Bien, hemos cotejado los cuatro hijos con las cuatro modalidades de cancelar en ellos la pregunta verdadera.
Además de estar lejos de su Yo Auténtico, obstaculizados en aprender a través de preguntar, actuando papeles que les esclavizan, difícilmente siendo creativos y originales, ¿podrán ser felices?
Ahora, ¿qué puedes tú hacer con esta información?
¿Te sirve para perfeccionar tu vida como constructor de shalom?
¿Podrás vivir mejor ahora?
¿Serás más constante y real en tu bondad y justicia?
¿Ayudarás a crecer y a creer y a crear a tus hijos?
Me encarará leer tus comentarios aquí debajo.
Gracias por acompañarme hasta aquí y por lo que contribuirás.
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Algunos textos para continuar aprendiendo:
http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/la-pregunta
http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/fiesta-de-las-preguntas
http://serjudio.com/personas/etica/el-que-no-sabe-preguntar
http://serjudio.com/personas/etica/pesaj-la-libertad-al-alcance-de-tu-boca
http://serjudio.com/personas/etica/preguntas
Especialmente: http://fulvida.com/id-noajica/familia/el-nio-que-preguntaba-demasiado