Una breve síntesis de los temas de parashat TZAV:
- Se describen las cinco ofrendas que los sacerdotes presentaban (6:1-7:38).
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Se definen ciertas limitaciones para el consumo de carne para los judíos (7:17-27).
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Se dan detalles sobre la ordenación de Aarón y sus hijos como sacerdotes y la preparación del Tabernáculo como lugar santo (8:1-36).
Como habíamos mencionado en un anterior encuentro, el libro Vaikrá/Levítico tiene como eje las actividades rituales en el Templo, así como algunas de las otras tareas que los cohanim llevaban a cabo en el seno del pueblo.
La importancia que tenía el Beit haMikdash se nos suele escapar, porque no tenemos idea de lo que era estar en su entorno, cómo era aquella experiencia. Según quedan registros de los testigos presenciales, la gente era conmovida profundamente por la energía que irradiaba desde el Templo. Para los visitantes del sagrado lugar, la Divina Presencia era exactamente eso: una presencia ineludible que marcaba la conexión con el Creador.
Pero, el Templo fue destruido y el sitio profanado. Sin embargo, algo queda.
Seguramente te ha pasado si fuiste al kotel, o has escuchado de gente que fue, que recorre una emoción muy especial, que no se explica por estar ante una pequeña muralla antigua.
Una de las causas es que, la chispa divina de cada persona vibra de manera especialmente vigorosa en el monte Moriá (lugar del Beit haMikdash), emocionándola. Dependiendo de varios factores tendremos mayor conciencia de estas sensaciones.
Hace mucho que no tenemos Templo, pero nuestra Tradición afirma que contamos con otros canales para estremecer positivamente el alma, entre otros: las fechas especiales y el encuentro con el prójimo.
Entonces por ejemplo al promover la concordia con el prójimo, al hacer nuestra parte en el tikún olam, al celebrar el Shabat, estamos haciendo visible nuestra conexión con Dios y con todo lo creado, desatando energías que dan alegría y bienestar.
Cada uno de los jaguim (festividades) abre las puertas a una energía particular, que le distingue desde el origen de los tiempos. Imagina cuán poderoso es el efecto que se vivirá la semana que viene, cuando Shabat y el comienzo de Pesaj coincidan y tanto más si pudiéramos estar en el monte del Templo, allí en el corazón de nuestra capital eterna que es Ierushalaim.
Una gran vivencia, parecida quizás a la que experimentaban nuestros antepasados hace más de veinte siglos y que nosotros no tenemos la oportunidad de sentir. Sin embargo, está en nosotros que esas historias se mantengan vivas en nuestro pueblo, como también todo lo que está a nuestro alcance para que la conexión sea vigorosa con Dios y con el prójimo.
Es éste uno de los motivos para que este shabat, el inmediatamente anterior al inicio de Pesaj, sea conocido como “Shabat haGadol” – “El Gran Shabat”.
Para recordar que ya pronto empieza Pesaj. Que tomemos en cuenta que es un tiempo especial, que nos conecta con nuestro origen, con nuestro pueblo, con nuestra familia y el pasado para mejorar nuestro presente.
Una invitación a encontrar (o construir) la libertad, a dejar de lado aquellas cosas que quizás nos mantengan de cierta manera en esclavitud. Porque, un esclavo no es solamente alguien encadenado y que sigue obligadamente órdenes de otros; también es el que está bajo el dominio de pasiones, vicios, zonas de confort poco confortables, enojos, miedos, rencores, ignorancias, etc.
Cada uno puede encontrar algo en lo cual mejorar, para eso nos ayudan las historias y costumbres de Pesaj.
Para finalizar, tomemos en cuenta que Pesaj comienza este año el viernes que viene, 30 de marzo, con la puesta del sol. Pero, no se debe comer JAMETZ desde alrededor de las 9:30 de esa mañana, siendo tradicional que tampoco comamos matzá hasta llegado el momento para ello en el Seder.
¡SHABAT SHALOM UMVORAJ!
¡Pesaj kasher vesameaj!